Un gobierno honesto genera confianza y atrae inversión que agrega valor a la economía. El presidente Luis Abinader confirmó lo que, de alguna manera, ya el país sabía: buscará la reelección para un nuevo período constitucional a partir de 2024. Lo hizo en un video corto, pero con mucha información. Incluso, podría decir que dijo más de lo que se le escucho decir.
Quien lo asesora ha de ser muy bueno en sociología, política y comunicación. El ahora precandidato-Presidente ha pronunciado una frase que, estoy seguro, será su eslogan de campaña. El poder de la honestidad es, con toda seguridad, una carta de presentación de lo que, hasta el momento, ha sido uno de los principales logros de su gestión.
La recuperación de la economía, luego de un período largo de casos de corrupción, sospechas fundadas de que desde el ejercicio del poder se estarían “haciendo diabluras”, por los cuales hay decenas de sometidos a la justicia cumpliendo medidas de coerción, nos indica lo importante que ha sido proyectar la idea de que estamos ante un gobierno honesto.
Y esto no quiere decir que no haya casos de corrupción, como aparentemente ha sido, pues ha habido sustituciones, cancelaciones, traslados y sometimientos de funcionarios de esta gestión, por los casos que sean, pero el hecho de que hayan sido ventilados ahora es un indicativo de que en materia de transparencia y honestidad hay un cambio.
Ser honesto, como lo ha afirmado el Presidente, no es un out fácil en una sociedad acostumbrada a la corrupción. Cualquier práctica no sana se había convertido en algo normal, aunque todo el mundo supiera que estaba mal.
Un gobierno honesto no sólo tiene que decir que lo es, sino que está obligado a mostrar hechos tangibles de que su discurso va en consonancia con sus acciones.
Una de las acciones reconocidas a esta gestión de gobierno es la designación de un Ministerio Público que, a juzgar por sus resultados, ha satisfecho las expectativas. Ha iniciado procesos históricos en materia de lucha contra la corrupción administrativa y, de alguna manera, ha recuperado la esperanza de que aún estamos a tiempo para enfrentar la corrupción desde la función pública. Sabemos que no se logra de la noche a la mañana y que este mal está presente en la cotidianidad del Estado. El tema ahora es garantizar que este contexto de lucha contra la corrupción, desde la esquina que sea, se fortalezca a través del tiempo.
La honestidad ejercida desde el Estado genera certidumbre en los agentes económicos. Esto se traduce en un valor agregado para la economía y, al mismo tiempo, es una variable que sienta las bases para que las próximas Administraciones públicas asuman el compromiso de lograr cada vez más un Ministerio Público que actúe con justicia.
El presidente Luis Abinader ha prometido hacer un gobierno honesto. ¿Lo está haciendo? Para muchos lo está logrando, pero hay otros que son pesimistas. ¿Cuál será el resultado? Ya dio pie a su campaña con “el poder de la honestidad”. ¡Confiemos!