La escasez de agua potable y saneamiento es una realidad que afecta principalmente a las comunidades más pobres de República Dominicana, las cuales se ven obligadas a incurrir en gastos adicionales para suplir estas carencias. Una alternativa es la compra de agua embotellada, la cual se ha convertido en una carga económica para los hogares más vulnerables, que destinan alrededor del 12% de sus ingresos en este recurso y limitan su capacidad para cubrir otras necesidades básicas.
Así lo evidencia el informe “Relación entre el agua y la pobreza, situación en la República Dominicana 2023” del Sistema Único de Beneficiarios (Siuben), en República Dominicana, al destacar los pozos para extraer agua del subsuelo a una profundidad de 40 a 50 metros podría poner en peligro la salud de aquellos hogares dependientes de inodoros conectados a pozos sépticos y que, a su vez, usan el agua subterránea como opción.
“Los hogares de bajos ingresos, que ya enfrentan dificultades económicas, se ven obligados a destinar una parte considerable de sus recursos limitados a la compra de agua embotellada o invertir en pozos para hacer frente a los costos asociados con problemas de salud derivados de la contaminación del agua, así como para suplir en los periodos de interrupción del servicio “, destaca el informe del Siuben.
Conforme a la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar 2018), en el territorio nacional, el 54% de los hogares accede al agua del acueducto dentro de la vivienda, mientras que el 19.5% tiene acceso por el patio de la casa y un 11.9% lo hace a través de pozos.
Solo en el Gran Santo Domingo, hace cinco años, la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) registró alrededor de 12,000 pozos para extraer agua del subsuelo, mientras que la cantidad de pozos para descarga sanitaria no estaba cuantificada, aunque la estimación del cabildo del Distrito Nacional arrojaba unos 100,00 hoyos en conjunto.
Pero ¿por qué aún existen personas sin acceso al agua potable de calidad? Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destaca que la industria del agua embotellada, a nivel mundial, “frena el progreso” hacia un suministro universal de agua potable, ya que menos de la mitad de lo que el mundo paga cada año por agua embotellada -unos US$270,000 millones- sería suficiente para asegurar durante años el acceso a agua del grifo potable para cientos de millones de personas que lo necesitan.