La verdad hay que decirla: la factura de la luz, como decimos los dominicanos popularmente, está llegando más cara. Y no sólo parece porque hay registros de una alta temperatura.
Los días son muy calurosos y eso es algo que no podemos negar. Sin embargo, ya no resulta extraño escuchar a los dominicanos de clase media (y los más pobres) quejarse porque “la factura de la luz” se ha duplicado y algunas veces hasta más en poco tiempo. Resulta prácticamente inverosímil creer que una familia que antes pagaba RD$3,500 por concepto del consumo de energía mensual, ahora esté pagando hasta RD$9,000 y más.
Y hay más ejemplos. Es incómodo tener que ir a pagar una factura que pasó de RD$4,500 a RD$13,000 en un año, sin que ese cliente o consumidor haya hecho importantes transformaciones en su hogar que pudieran variar la demanda de electricidad.
La calidad del servicio quizá ha mejorado, pero la subida en el monto de la factura que pagan los consumidores resulta desproporcional respecto a lo que antes se pagaba. Y no es un solo caso. Lo que sucede parece viral, pues ha contagiado a muchas familias que ya se han cansado de protestar y reclamar ante las distribuidoras. El hecho es que cuando un cliente se dirige a su prestadora está obligado a pagar entre un 40% y un 50% de la factura que reclama “en lo que se averigua el caso”.
¿Y qué pasa luego? Que el caso por lo general se cae, ya que los técnicos que supuestamente fueron a revisar el medidor, por si tiene algún desperfecto, simplemente “le echan un ojo” y elaboran un informe favorable para la distribuidora. En fin, en muchos casos los clientes optan por ni siquiera reclamar, pues tienen pagar de todos modos.
Una mejoría en la calidad el servicio, lo cual puede ser relativo, no justifica los aumentos desmedidos en el monto de la factura que pagan los clientes de las distribuidoras. Es imposible, desde cualquier punto de vista, que la factura se duplique en poco tiempo sin que haya habido un aumento a la tarifa, a pesar de la ola de calor o lo que fuere. Algo no está lo suficientemente claro. Mientras esto sucede, las pérdidas reportadas por las distribuidoras superan el 30%, lo cual es un indicativo de que hay un problema de eficiencia en la gestión.
Todo indica que la gestión de las distribuidoras debería reenfocarse hacia el logro de metas. Establecer una ruta de cumplimientos, es decir, que se vayan logrando puntos según vayamos alcanzando otros, pudiera ser una alternativa para “premiar a los gestores” de las distribuidoras. ¿Qué pudiera aconsejar a la población? Lo más lógico es que no se cansen de reclamar cualquier situación anómala que ven en su factura.
La falta de empoderamiento facilita la consecución de abusos de los prestadores de algún servicio. La energía eléctrica es un bien fundamental para el desarrollo de la economía y tranquilidad de las familias. Es una variable que da seguridad, por lo que al menos debería tener un precio razonable.