La reciente experiencia de Grecia en adoptar reformas para flexibilizar su sistema laboral es un precedente interesante para considerar de cara a las discusiones que se han suscitado en nuestro país de retomar esta reforma. Los paralelos son relevantes ya que, aunque Grecia es un país europeo, es la economía número 54 en el mundo, República Dominicana es la número 64, y ambas naciones con el sector turismo entre los más importantes y los dos en vías de desarrollo.
El caso de Grecia es la historia de un país que ha atravesado años de crisis. Desde el año 2010 atravesó una seria crisis de deuda que, conjuntamente con España, Portugal e Italia, amenazó con hundir a la Unión Europea. Aunque han logrado solventar la crisis hasta cierto punto, el país se encuentra en una situación de bajo crecimiento económico y, por ende, su desarrollo se ha estancado por más de diez años.
En el caso de Grecia, el gobierno fue recientemente reelecto para otro término, prometiendo que iba a adoptar un agresivo plan de reformas denominados “Grecia 2.0”, para encaminarse nuevamente en el sendero del desarrollo. El plan tiene varios ejes y una de las reformas más importantes es la flexibilización del su rígido sistema laboral.
Aquí debemos hacer una pausa y preguntarnos ¿por qué es tan importante la flexibilidad en materia laboral? En la economía moderna, completamente conectada y dependiente de las herramientas digitales, en la cual priman los servicios (ejemplo el turismo) como uno de los principales motores del crecimiento, y la industria también requiere de nuevas posibilidades para mantenerse competitiva ante la competencia internacional, contar con una fuerza laboral con posibilidad de adaptarse a horarios y otras condiciones, resulta esencial.
Reconociendo esta realidad, el Parlamento griego adoptó una reforma que permite a los empleados con un empleo contar con un segundo puesto de medio tiempo y trabajar hasta 13 horas diarias. También permite una jornada laboral de seis días por semana, y establece un período de prueba (similar al que tenemos aquí) de hasta un año en el cual el empleador puede rescindir el contrato sin pagar prestaciones.
La reforma contempla contratos de trabajo que no tienen un horario laboral fijo, sino que se adapta según las necesidades del momento. También establece considerables multas si el empleador no comunica el horario del trabajador con suficiente antelación, e igualmente refuerza las protecciones a los sindicatos y contra el acoso sexual en el lugar de trabajo.
Aunque algunas personas y grupos en Grecia han cuestionado estas reformas, tildándolas de un “retroceso” a los derechos adquiridos de los trabajadores -un discurso que también debe resultar familiar en este país- la realidad es que, si no se adoptan estas medidas, la economía griega tiene pocas perspectivas de crecimiento en el mediano plazo.
En República Dominicana se ha venido discutiendo la necesidad y los parámetros de una eventual reforma laboral, y aunque cada país debe adoptar las medidas cónsonas con su realidad, el ejemplo de Grecia nos sirve de contexto de la imperiosa necesidad de flexibilizar nuestro sistema laboral.