Los años electorales siempre son trascendentales para definir el curso de las políticas públicas y, en sentido amplio, el destino de nuestro país. Como dicen muchos: “al dominicano le gusta la política”. Y ya que estamos llegando al momento en que se definirán las candidaturas a los niveles de todos los partidos, merecemos ponderar las expectativas de cara a este proceso electoral que se avecina.
En primer término, tenemos unas elecciones municipales separadas de las presidenciales y congresuales, un mecanismo que también se ha vivido en procesos electorales previos. Sin embargo, en este caso, está el factor de la propuesta de reelección presidencial, lo que también incide en este escenario.
Los resultados de las elecciones municipales, que serán en febrero, servirán como una especie de referente para “medir temperatura” antes de los comicios a celebrarse en mayo, y por eso hemos observado la premura de atar alianzas a nivel municipal para estas elecciones.
Asimismo, ha sido interesante observar que los cargos de regidores ahora se plantean como primer paso para aquellos interesados en hacer carrera política, algo que no se observaba en años anteriores y apunta a la profesionalización de la clase política.
Otro factor será el tema de la reelección presidencial, la cual ha llevado, en períodos anteriores, a enormes déficits del sector público ante el uso de recursos del Estado para lograr este cometido. Será un importante hito si esta administración logra el uso transparente y razonado de los recursos públicos de cara a este proceso, algo que nosotros, los ciudadanos, debemos exigir.
Respecto a los comicios congresuales, también se puede observar como la vasta mayoría de los congresistas aspiran a repetir en sus cargos o, en algunos casos, ascender de diputado a senador. No deja de ser llamativo esto, pues en el escenario de que el partido oficial logre repetir su mayoría en el Congreso, sería un factor decisivo de cara a la próxima gestión presidencial; en cambio, si se producen variaciones en la composición congresual, también afectaría la suerte del programa de gobierno.
Retornando al ámbito presidencial, se observa como retornamos la división en tres de los escenarios presidenciales, algo que fue muy característico de los procesos de los años 80 y 90, pero que se perdió, en gran medida, durante el período 2004 – 2020. Ante tres opciones viables que se presente al electorado, ¿tendremos segunda vuelta? Algo que no hemos visto en nuestro país desde el año 1996.
En cuanto al electorado, el mismo ha cambiado, y es una población joven, conectada a las redes sociales, que demanda de nuevas formas de hacer política y propuestas concretas de sus candidatos. Aquellas personas que aspiren a cargos públicos tendrán que responder a las exigencias del electorado para lograr calar en la población, a través de herramientas como los debates.
Finalmente, la observación electoral continúa siendo una herramienta esencial para la consolidación de la democracia, y es de alta importancia en este proceso. Aunque contamos con una JCE muy bien valorada, capacitada y con una excelente gestión de preparación de los comicios, debemos ayudar a velar porque el proceso se desenvuelva de manera diáfana.