Es un hecho: aunque las mujeres se educan más a nivel superior siguen teniendo menor tasa de ocupación y acceso a puestos de liderazgo.
El informe de Situación Macroeconómica el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD, 2024) revela que las mujeres representan el 59% del total de los ocupados con alguna profesión, pero esto no parece reflejarse en la participación del mercado laboral en el que persiste una amplia brecha entre la participación de hombres y mujeres que, aunque ha disminuido desde 2019, presenta una diferencia de 28 puntos porcentuales al tercer trimestre del 2023. De hecho, el 48.5% de la población femenina en edad de trabajar está desempleada.
En el ámbito del liderazgo empresarial solo el 19.3% de las empresas registradas en la Encuesta Nacional de Actividad económica está liderada por mujeres, quienes destacan por una mayor participación en el porcentaje de líderes con títulos de postgrado 35.4% versus 24.8% de los líderes masculinos. Asimismo, en términos de financiamiento también existe una brecha significativa entre ambos sexos que, según el análisis del informe, sugieren posibles desigualdades de acceso a créditos, y restricciones que enfrentan las mujeres y que son el resultado de factores socioeconómicos.
La brecha de acceso a financiamiento es más pronunciada en los créditos comerciales que se estima en 31.5% de la cifra registrada por hombres en esta categoría de préstamos, lo que sin duda afecta la capacidad de emprendimiento que tienen las mujeres, no por falta de capacidades sino por barreras estructurales entre las que se encuentran el acceso a crédito. Esta brecha se refleja, por ejemplo, en la tasa de interés activa que indica el costo de financiamiento 0.6 puntos porcentuales superior para las mujeres.
Todos estos datos demuestran que las mujeres enfrentan mayores dificultades para ingresar al mercado laboral, pero también para el desarrollo de emprendimientos, lo cual perpetúa las brechas existentes y la persistencia de la desigualdad socioeconómica con un impacto significativo en la economía y en la sociedad general.
Restringir la participación plena de las mujeres en estas áreas limita la probabilidad de salir de la pobreza, desincentiva el crecimiento del producto interno bruto (PIB), la productividad, la creación de empleos y la innovación. Además, el desaprovechamiento del talento humano como consecuencia de las dificultades planteadas aumenta la dependencia económica, eterniza las relaciones desiguales de poder y limita la contribución de las mujeres al bienestar económico de sus familias y sus comunidades.
Un ejemplo son los programas de apoyo a las mujeres en emprendimiento y exportación. En enero-agosto de 2023 las exportaciones de empresas lideradas por mujeres alcanzaron los US$998.6 millones, con un impacto significativo en la creación de puestos de trabajo que se estima en 20,814 (ProDominicana, 2024).
La reducción de la brecha de género requiere un abordaje integral tanto con políticas públicas como con la asignación de recursos financieros. Si bien el gasto público ha tenido un aumento significativo 40.8% en 2022 respecto a 2019 con una inversión de RD$512 millones, es necesario dirigir mayores esfuerzos para continuar impulsando programas transversales diseñados específicamente para reducir las desigualdades estructurales.