[dropcap]E[/dropcap]l gobierno de Donald Trump desde ya es uno de los más controversiales en Estados Unidos. Su postura ácida y desafiante del “stablishment” o clase dominante no solo ha tenido el objetivo de atraer a los blancos estadounidenses de más bajos ingresos, sino que ha cuestionado “verdades” casi absolutas en un mundo abierto y globalizado.
Desde el inicio de su carrera como precandidato republicano a la Casa Blanca, el discurso de Trump, un mediático magnate inmobiliario, se ha erigido como la antítesis de Barack Obama, criticando puntos neurálgicos de su gobierno como la reforma de salud (ObamaCare), la política exterior o las medidas aplicadas para regularizar el estatus migratorio de los indocumentados.
Al margen de sus acciones como jefe de Estado, los ocho años de Obama han dado a la Casa Blanca aires de cercanía con las minorías, sobre todo con afroamericanos y latinos, dando la impresión de que los 300 millones de estadounidenses habían superado las hondas heridas de la segregación. La inesperada victoria de Trump demostró que no. De hecho, el voto blanco parecía ser una lección para el partido gobernante.
El presidente número 44 de la historia de Estados Unidos, Barack Obama (2009-2017, demócrata), es el primer afroestadounidense en llegar a la Casa Blanca.
Aunque todavía se debe esperar el paso de algunos años para que se pueda tener una perspectiva su legado, expertos coinciden en que uno de sus logros ha sido sacar las tropas de su país de Irak y Afganistán, aunque critican que no se haya asegurado el nacimiento de nuevos enemigos que atentan contra la seguridad.
Por otro lado, destacan que durante los ocho años de Obama Estados Unidos logró la “independencia energética” o al menos llegó a estar muy cerca. Esto se debe a la implementación de la obtención de petróleo de esquisto.
Otro de los grandes tantos que se anota la gestión de Obama ha sido guiar al país y al resto del mundo desarrollo fuera de la terrible crisis financiera de 2008-2009. Su gobierno logró dar los estímulos necesarios para estimular el crecimiento y la creación de empleo.
No obstante, atribuyen a la gestión pasada no haber aplicado los castigos adecuados a los causantes de la gestión de Wall Street.
Promesas
Esto es lo que Trump prometió que haría derogaría o reemplazaría el Obamacare o Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible desde el primer día de su presidencia.
Con esta posición, el magnate se hacía eco del desencanto de la mayoría de sus seguidores y se sumaba al frontal rechazo que los republicanos han expresado durante años hacia la ley de cobertura sanitaria aprobada en 2010.
Trump dijo, después de entrevistarse con Obama en noviembre, que hay una o dos cosas de la ley “que no están tan mal”.
Es improbable que el nuevo gobierno se decida a eliminar el aspecto más popular de la ley: la prohibición a las compañías aseguradoras de rechazar a personas con enfermedades preexistentes.
Es difícil que el Congreso sea capaz de derogar completamente la ley sin contar con una supermayoría de 60 votos en el Senado (el Partido Republicano cuenta con 52 escaños en esta cámara, por 48 de los demócratas). Lo que sí puede hacer es eliminar partes de la ley con una mayoría simple.
Los republicanos prefieren que haya un período de transición, porque son reticentes a quitar de golpe la protección a los 22 millones de personas actualmente cubiertas con Obamacare.
Por otro lado, no se sabe bien qué plan sustituirá a Obamacare y parece haber poco consenso sobre el camino a seguir. Con todo, si Trump decide que la ley fracase, no tiene siquiera que esperar al Congreso.
A Barack Obama se le reprocha no haber sido capaz de aprobar la reforma migratoria integral que prometió a su llegada a la Casa Blanca. El mandatario saliente argumenta que esto se debe a que desde 2010 la Cámara de Representantes y el Senado eran republicanos.
Para contrarrestar este bloqueo, Obama adoptó algunas medidas por medio de órdenes ejecutivas. Así, en junio de 2012, Obama estableció el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).
El programa DACA suspende temporalmente la deportación y facilita permisos de trabajo a personas que llegaron a EE.UU. cuando eran niños. Para acogerse al programa, los inmigrantes indocumentados deben haber entrado en el país antes de cumplir los 16 años y antes de 2007, estar escolarizados o licenciados del ejército, tener menos de 31 años el 15 de junio de 2015 y no haber sido condenados por algún delito ni suponer una amenaza para la seguridad nacional.
En noviembre de 2014, Obama anunció cambios al programa para incluir a los inmigrantes indocumentados que hubieran entrado en el país antes de 2010 y eliminar el requisito de los 31 años de edad. Sin embargo, un fallo de un tribunal federal bloqueó estas últimas medidas.
En cualquier caso, Trump anunció que anulará las dos decisiones. Se calcula que más de 740,000 de los llamados dreamers (soñadores) tienen permisos de trabajo bajo el programa DACA. Trump puede cerrar el programa en su primer día en la Casa Blanca. Algunos compañeros de partido prefieren que la cuestión se aborde de forma gradual.
Por otro lado, Donald Trump prometió a los republicanos anticastristas que revertiría la política de aproximación de Obama hacia Cuba. Además, aseguró que mantendrá firme el embargo económico de décadas contra la isla y cerrará la recién inaugurada embajada de Estados Unidos en La Habana.
Muchas de estas medidas de Obama están basadas en órdenes ejecutivas y el presidente Trump podrá, si así lo desea, revocarlas.
Obama firmó el 22 de enero de 2009 una orden ejecutiva para cerrar el centro de detención en la Bahía de Guantánamo, en Cuba, pero deja la presidencia con la frustración de no haberlo conseguido.
En la cárcel quedan menos de 60 detenidos. Se aprobó la liberación de 20 de ellos y Obama está tratando de transferir a algunos antes de que termine su mandato.
Pero el 3 de enero, el presidente electo dejó claros sus puntos de vista en un mensaje en Twitter. “No debería haber más liberaciones”, escribió. “Son personas extremadamente peligrosas y no se les debe permitir volver al campo de batalla”.
También puede ocurrir que el presidente Trump decida que no sólo quiere suspender la transferencia de prisioneros sino mandar allí nuevos detenidos.
“Vamos a llenarla de chicos malos”, dijo Trump en la campaña electoral en febrero de 2016.
Geopolítica
En cuanto a Irán, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania alcanzaron el llamado Plan de Acción Integral Conjunto en julio de 2015.
Según el pacto, Teherán aceptó limitar algunos de los aspectos de su programa nuclear a cambio de que se suspendieran las sanciones relacionadas con esta disputa.
Obama menciona este acuerdo como uno de sus logros más significativos en prácticamente todas sus intervenciones. Pero durante la campaña electoral Trump prometió anularlo. El gobierno de Irán declaró que la nueva administración estadounidense no podrá romper el acuerdo.
El pasado noviembre, Obama aprobó una ley para prohibir la perforación petrolífera en el Ártico durante al menos cinco años. La medida fue recibida como una victoria por los ambientalistas que llevan años haciendo campaña para detener la perforación en una región ecológicamente frágil.
Pero la prohibición puede ser anulada por Trump, que en ocasiones anteriores ha prometido aumentar las perforaciones lejos de la costa.
Muro
La “sorpresiva” victoria del magnate inmobiliario Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales de Estados Unidos abrió en el mundo interrogantes sobre el impacto que tendrán las sonadas reformas que aplicará el nuevo líder en la primera economía del mundo.
Las controvertidas declaraciones de Trump desde el lanzamiento de su campaña para la nominación del Partido Republicano en el verano de 2015 no dejaron de acaparar la atención de todo el mundo, por su marcado discurso ácido hacia la política migratoria, acuerdos comerciales, seguridad nacional, así como a las relaciones con México, China y Europa.
Las distintas promesas de campaña del presidente estadounidense electo y estableció una serie de posibles efectos en el país. Por ejemplo, la posible construcción de un muro que separe Estados Unidos de México además de otras obras de infraestructura que implicarían una inversión estimada de US$500,000 millones en los cuatro años de gobierno de Trump.
Consecuencias
Las nuevas inversiones de Trump significarían una considerable dinamización de la economía y la creación de empleos. Pero también implicarían aumento del gasto, del déficit fiscal e inflación.
En República Dominicana podría provocar un aumento de las exportaciones de materias primas procedentes de minas y canteras. También podría haber un posible aumento de las remesas familiares, que representan el 7.3% del producto interno bruto (PIB). A esto se agrega un posible incremento de la tasa de cambio e inflación.
Otra de las posibles medidas de Trump es la reducción de impuestos al 15% para las empresas y 25% para personas físicas. Si se aplica, se podrían incrementar las remesas familiares hacia República Dominicana, el intercambio comercial y aumento del turismo estadounidense.
Además se podrían aplicar nuevos aranceles para disminuir las importaciones de los estadounidenses y reducir su déficit comercial. De esta forma, las barreras a las compras internacionales se focalizarían en China y México.