[dropcap]L[/dropcap]as universidades estatales son centros de pensamientos liberales en todo el mundo. La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) no puede ser la excepción. Ahora, como en otras tantas oportunidades, hay una paralización de docencia por reclamos de alza salarial de los maestros.
Y creo que se lo merecen. Sí, se lo merecen. Ser maestro es una acción sublime. Sin embargo, la racionalidad y la justicia deben estar por encima de todo. Más de 200,000 estudiantes están pagando las consecuencias de una deuda histórica que tiene nuestra universidad. No creo que un aumento de salarios (y ojalá sea al doble) resuelva un problema sistémico.
No se trata sólo de salarios. La UASD debe revisar muchas de las acciones que internamente se toman. Está obligada a rendir cuentas al país sobre qué hace con el presupuesto. Y cuando pregunto qué hace con los recursos no pongo en duda la transparencia; me refiero a la calidad del gasto.
Para muestra hay un botón que todo el mundo conoce. ¿Cómo se justifica que un estudiante permanezca más de 25 años cursando una carrera? Sólo con esto deberíamos revisar nuestro accionar como autoridades, como profesores, como empleados, como país.
El Estado está obligado a entregar a la UASD los recursos que le permitan operar con holgura, pero también es deber de la universidad ser consecuente, y eso incluye a sus maestros.
Los contribuyentes necesitan una explicación clara con relación a los gastos superfluos, o sea, que no se justifican sobre la base de un presupuesto ejecutado con responsabilidad. Hay que aumentarles a los profesores, pero también hay que exigirle a la UASD que limpie su nómina.
Faprouasd, en un ejercicio de responsabilidad, reconoce que hay un problema de transparencia en la nómina. Y si lo dice este sindicato nadie puede rebatirlo.
Sé, como estoy seguro lo saben muchos en este país, que en la universidad hay situaciones grises (y de otros colores) que necesitan aclararse para que nuestra alma máter funcione y dé los resultados que espera el país.