[dropcap]E[/dropcap]l Código de Trabajo y sus normas complementarias fueron concebidas hace más de 25 años en un momento en que la economía mundial era muy distinta a la actual, y sus rígidas disposiciones para proteger al trabajador sin considerar ningún elemento de costo-eficiencia causan que la economía dominicana se mantenga rezagada.
En primer término, el código tiene como fundamento la anticuada noción de que las partes en la relación laboral –el empleado y el empleador– no deben tener plena libertad para definir las condiciones del contrato de trabajo.
Por ejemplo, las normas que imponen restricciones en el establecimiento de los horarios laborales impiden que las partes puedan definir, de común acuerdo, un horario que podría ser ganar-ganar.
En este sentido, no existe razón por la cual el Código de Trabajo debe disponer que las horas laborables sean únicamente aquellas jornadas fijadas en el mismo. ¿Por qué no puede un estudiante trabajar en un horario que le permita continuar sus estudios?
Por igual, ¿por qué debe el mismo código disponer que los domingos sea el día de asueto semanal? El empleado debe tener libertad de escoger el día de descanso que más le convenga en común acuerdo con su empleador.
En el caso de pasantes –nuevos entrantes al mercado laboral que requieren de entrenamiento para realizar sus labores– muchas empresas se sienten restringidas en las oportunidades de aprendizaje e introducción al mercado laboral que pueden ofrecerles a los jóvenes, ya que a partir de tres meses de pasantía deben empezar a asumir una carga laboral muy onerosa. ¿Acaso esto incentiva la creación de empleos?
Hay otros ejemplos de costos “sombra” que hacen mucho más rígido el mercado laboral, y por ende, mucho menos eficiente. A modo de ejemplo, el concepto de pago por desahucio sin un monto tope –pues el concepto continúa aumentando con base a los años en el empleo– ha sido abandonado en muchos países alrededor del mundo debido a los efectos negativos que conlleva para el mercado laboral. Asimismo, la bonificación obligatoria por participación en los beneficios de la empresa y las reglas de nacionalización del trabajo son otros ejemplos de estos costos.
La rigidez del Código de Trabajo representa uno de los principales factores negativos que inciden en la competitividad de las empresas nacionales. Si no adoptamos medidas que permitan mayor flexibilidad, la producción nacional continuará afectada. Por igual, los que se ven perjudicados por disposiciones como las citadas son los jóvenes que buscan su primer empleo, pues los empleadores tienen pocos incentivos de contratarlos ante este panorama.