Por Edgar Barnichta Geara
En este país que algunos consideran muy especial, el descontento y las malas noticias son el pan nuestro de cada día y lo peor de todo es que el desaliento y la decepción se siguen apoderando de nuestros sentimientos, cuando vemos que aquellos que pueden hacer algo por el país, prefieren callar o dejar que las cosas sigan su rutina diaria.
Mientras hablamos del gran déficit financiero que atraviesa nuestra economía y de cómo tenemos que disminuir el monto del presupuesto nacional y el gasto público, el gobierno presenta una propuesta de reforma fiscal que castigará la inversión privada y a los más desposeídos.
Pero el gobierno no sabe o no se atreve a investigar con profundidad las verdaderas causas de este gran déficit y cómo pasamos en pocos días de un Nueva York Chiquito a un desastre financiero y mucho menos ve con buenos ojos que se investiguen las grandes fortunas de anteriores funcionarios, a quienes el pueblo les ha dado el nombre de gato félix, remembrando unos muñequitos de infancia, quizás porque son gatos y son felices.
Parece que el país tiene que chuparse el dedo al ver cómo muchos de los funcionarios del gobierno pasado, culpables del debacle económico nacional, también ostentan hoy importantes cargos en el gabinete.
Pero también es preocupante cómo el Procurador General de la República, quizás el funcionario mejor visto de este gobierno, es mandado a callar por otros altos funcionarios, solo por pretender investigar las grandes y mal habidas fortunas.
Ahora no solo hablamos de intocables, sino también de “ininvestigables”, pues hay quienes quieren confundir las sanas, transparentes y necesarias investigaciones con supuestas tramas y persecuciones políticas, solamente porque todo el mundo sabe que si se investiga aparecerán más propiedades ocultas que las que tiene la moringa.
Pero en este país el pueblo no tiene derecho a saber la verdad ni mucho menos a perseguir la corrupción.
Debe callar y dejar que lo castiguen.
Y encima de todo hay funcionarios del gobierno actual, que también lo eran del gobierno anterior, que declaran fortunas de cientos de millones de pesos y nunca han pagado impuestos por esas “ganancias”. A esos no se les exige que paguen sus impuestos, pero al pueblo sí. ¡Qué bonito! No puede hablarse de más impuestos si al mismo tiempo no se explican las verdaderas causas de este déficit, se castigan sus culpables y se les exige a los exfuncionarios corruptos que devuelvan lo robado, como sucedió en Brasil, pues de lo contrario en muy poco tiempo este gobierno perderá confianza y simpatía y el pueblo habrá perdido la esperanza.