[dropcap]N[/dropcap]o hay duda: La expansión del producto interno bruto (PIB) se ha visto afectada por una caída en la demanda interna, que a su vez ha generado una baja inflación que en vez de alegrar a los inversionistas, los ha puesto a actuar con mayor cautela. Esta desaceleración económica, contradictoriamente, ha caminado junto a un período de bajas tasas de interés relativas.
Para algunos economistas la razón del desempeño poco satisfactorio de la economía, en los primeros seis meses de este año, está amarrado, o por lo menos guarda alguna relación, con la política monetaria restrictiva llevada a cabo por las autoridades monetarias. Y habría que preguntarse: ¿Qué más se podía hacer? ¿Dejar que la tasa de cambio se dispare y se lleve consigo la muy bien ganada estabilidad macroeconómica que hoy exhibe República Dominicana? Las interpretaciones, por supuesto, son y serán diversas.
El Banco Central ha cumplido con su misión de controlar la inflación, aunque todo en exceso, por más bueno que sea, no siempre es saludable. La economía necesita algo de calor, o sea, calentamiento. Y es lo que han buscado las autoridades monetarias con la liberalización de aproximadamente RD$20,000 millones del encaje legal de la banca. Los resultados habrá que esperarlos para pasar un balance ajustado a la realidad. El índice mensual de actividad económica (IMAE) registró un crecimiento acumulado de 4.2% en los primeros cinco meses del año.
Quizá el ciclo económico manda una señal explícita: los dominicanos tendrán que desacostumbrarse a un crecimiento sobre el 6% y ubicarse en uno que sea más moderado. Sin embargo, si la economía no crece no habrá espacio suficiente para generar empleos formales, que es una de las metas principales de la actual gestión.
Las estadísticas de ejecución presupuestaria establecen que durante los primeros seis meses de 2017 el gasto total ascendió a RD$291,835.4 millones, de los cuales RD$245,248.2 millones (84.04%) fueron gasto corriente y sólo RD$46,587.2 millones (15.96%) correspondió a la partida de capital. ¿Qué dicen estos números? Que la inversión pública ha estado relegada. Lo mismo pasó en igual período del año pasado, cuando a esta misma fecha el Gobierno había consumido RD$277,978.6 millones, de los cuales RD$235,796.4 millones (84.82%) fueron por gastos de capital y RD$42,182.2 millones (15.17%) correspondió a inversión.
Es evidente que la inversión pública ha estado prácticamente estancada en la primera mitad del año y para nadie es un secreto que el Estado, no sólo como generador de empleo formal y un gran inversionista, es un motor que genera dinámica económica.
En junio de este año, para tomar un punto de referencia, el Estado destinó RD$50,682.8 millones a gasto corriente y apenas RD$7,238.1 millones a gasto de capital. Por cada peso destinado a inversión el Gobierno mandó siete a cubrir nómina y otros gastos corrientes.
Cuando se compara el comportamiento del gasto en los primeros seis meses de este año con igual período de 2016, los datos indican que en 2017 el gasto de capital aumentó en RD$4,405 millones (10.44%), mientras que el corriente lo hizo en RD$9,451.8 millones, equivalente a un 4%.
El factor confianza en la economía no es un problema. Las autoridades monetarias han bajado la tasa de política monetaria, se liberaron fondos para ponerlos a producir y la inflación está muy controlada. Ahora resta esperar cómo responderá la economía a los estímulos.










