La falta de disciplina genera muchos contratiempos para la ciudadanía, sin que ésta se dé cuenta que aquello que en un momento puede otorgarle una ventaja, se va convirtiendo en un mal que destruye la salud social que afecta a todos. Es el caso de la diabetes, donde usted se come su dulce, su fritura, sin querer moverse de su asiento, contra las indicaciones del médico y hasta del sentido común, y luego cualquier pequeño contratiempo en su cuerpo se le convierte en una catástrofe que le puede costar la vida.
Así nos pasa en el tránsito, donde la falta de consecuencia nos ha llevado al incumplimiento constante de la ley que nos regula, produciéndose una cantidad enorme de accidentes que nos ha llevado a ser unos de los países más siniestrados, todo por la falta de políticas públicas bien diseñadas y falta de autoridad en el cumplimiento de las leyes que tenemos.
Pues bien, como decía, cualquiera anda en un motor sin placa, óigase bien, sin identificación, y mucho menos sin el permiso de conducir; sin las habilidades y responsabilidades para conducir entre personas un vehículo de motor, que a pesar de que le ocasiona muchos problemas al Estado y a la sociedad, las autoridades no aplican la ley con rigor. Tampoco cuentan con todos los elementos y preparación para hacerlo. Así no se puede, necesitamos con urgencia una reforma, la cual tengo la esperanza que esté en proyecto, y que la ciudadanía apoye para su beneficio.
Un elemento complicado los son los famosos “padres de familia”, que necesariamente debemos controlar cuanto antes. No es posible que el transporte de pasajeros, siga siendo tan desastroso y caótico que no garantice un transporte ágil, seguro y decente. El Estado no debe garantizar ese derecho ciudadano en mano de choferes sin educación, sin formación, sin escrúpulos muchas veces y sin consideración ni al peatón ni a los demás que comparten las vías.
No podemos permitir que siga creciendo el caos en nuestras calles con la proliferación de motoconchistas que se comportan como delincuentes y que en muchos casos usan su agilidad para cometer el 75% de los atracos, raterías y crímenes encima de estas máquinas infernales. Súmele los delivery de los colmadones, que irrespetan la tranquilidad de los barrios, rayan los autos, le destruyen los retrovisores sin que nadie pague por sus consecuencias.
Necesitamos orden y disciplina en esta sociedad, y debemos comenzar por el tránsito y el transporte porque el desarrollo que pretendemos no es posible sin sentido común. El Intrant tiene una gran tarea que debe asumir con responsabilidad y rigidez, dándole zarpazos al desorden generalizado que tenemos.