La trayectoria de Héctor José Rizek Llabaly (87) está marcada por el trabajo y la abnegación. Su nombre es sinónimo de cacao, heredado de su padre Nazario Rizek Rizek, quien llegó a República Dominicana en 1895 con la decisión de descubrir nuevas oportunidades en América. Su fortaleza, don de liderazgo y reciedumbre de hombre de campo, acostumbrado a justificar cada centavo que ingresa su casa, se mantienen imperturbables.
Hoy, que ha logrado formar a una de las familias más exitosas del país, es el guía en las decisiones de negocios y de contacto directo con su entorno empresarial. Su historia de perseverancia sirve de inspiración a la siguiente generación que lideran sus hijos Héctor José y Samir Rizek Sued.
Si en la actualidad República Dominicana puede pregonar en el mercado mundial que es uno de los principales productores de cacao (orgánico y tradicional), que cumple con las exigencias de Europa y Estados Unidos, se debe, fundamentalmente, a la firmeza con que Rizek Llabaly tomó la decisión de continuar el legado de su padre. Estudió derecho y lo ejerció, pero el destino le tenía otra carrera. Se matrimonió con Ela Sarah Sued, quien ha sido un soporte y confidente en los momentos más apremiantes de su vida.
Cada decisión que toma lo hace con mesura. Ahí radica parte de su éxito como padre, empresario, amigo y colaborador de las causas más importantes en su provincia Duarte. Ha sido parte de algunos de los proyectos más transcendentales de los últimos 50 años en República Dominicana, ayudando en la formación de talento humano en materia de cacao y café. Fue uno de los motores que ayudó a fundar la Universidad Nordestana.
Su vida de productor y exportador de cacao también la ha combinado con la caficultura y otros rubros. Fue miembro de la Junta Monetaria y el Banco Central reconoció su trayectoria y aportes al país.
En diversas oportunidades la sociedad le ha reconocido su valor como ente activo en la economía. En 1998 fue seleccionado como el Empresario del Año y en 2011 recibió el galardón Agroempresario del Año. En su haber tiene, además, cientos de reconocimientos nacionales, regionales, locales e internacionales tanto en lo personal como por su desarrollo empresarial y aporte a la cacaocultura dominicana.
Se ha destacado por ser un defensor de los valores éticos, constituyéndose en un ente con credibilidad en el ámbito empresarial dominicano.
No estuvo ajeno a las dificultades políticas y económicas que padecieron su padre y el país durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Sin embargo, desde un principio creyó en la capacidad exportadora del país.
Hubo dos momentos que marcaron su fuerza. En uno de los intentos por financiar su negocio le decían dos cosas: que su negocio era muy pequeño y que él era muy joven. Una visita del presidente Joaquín Balaguer a San Francisco de Macorís, quien había sido su maestro en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), cambió el curso de la historia. El jefe de Estado anunció exoneración de impuestos al cacao y la autorización para exportarlo. En este contexto se dirige a la banca y logra la aprobación de un préstamo por RD$5 millones y echa a andar su idea hasta materializarla.
La siguiente generación
Del matrimonio Rizek Llabaly-Sued nacieron cuatro hijos: Héctor José, Samir, Ela Sarah y Roxana, quienes tienen como misión darle continuidad a la tradición de laboriosidad incansable de sus padres. Por supuesto, esta generación ha inyectado un espíritu de innovación que, incluso, fueron adquiriendo de su padre.

Bajo su responsabilidad está seguir el legado. De hecho, Rizek Cacao es uno de los principales exportadores de cacao fino y de aroma del mundo. A esta generación le corresponde sostener a la Comercializadora Rizek, Fundación Fuparoca, el equipo de básquetbol Los Indios de San Francisco de Macorís y el de béisbol Los Gigantes del Cibao. Esta familia también lidera una empresa constructora y un puesto de bolsa.
Uno de los proyectos más transcendentales de esta generación es Kah Kow, una línea de chocolate de alta calidad que no sólo le da valor agregado a la materia prima dominicana, sino que coloca al país en un sitial preponderante en cuanto a este tipo de productos.
Innovación para competir
La familia Rizek conoce muy bien lo importante que es la innovación y la investigación para ser competitivos en un mercado tan exigente como el del cacao. Para alcanzar la meta de ser los mejores no han escatimado esfuerzos. En su haber se cuenta el desarrollo de cultivos y nuevas variedades, así como la preparación del personal.
La empresa ha logrado importantes certificaciones internacionales. A través de la fundación benefician a más de 8,000 pequeños productores, quienes reciben asesoría técnica y apoyo financiero.
Hoy, Nazario Rizek es un ícono de San Francisco de Macorís y en el país no sólo por ser reconocido como un empleador ejemplar, sino por haber puesto a la provincia Duarte en el mapa mundial del cacao de alta calidad.