Era de esperarse que Estados Unidos tuviera una reacción diplomática concreta frente a los países de la región que establecieron relaciones diplomáticas con China tras romper con Taiwán, un paso que promete ventajas comerciales. La administración del presidente Donald Trump llamó a consultas en Washington a sus representantes en Panamá, El Salvador y República Dominicana.
El Departamento de Estado convocó a consultas la semana pasada a sus embajadores en San Salvador y Santo Domingo, Jean Manes y Robin Bernstein, así como a su representante comercial en Ciudad Panamá, Roxanne Cabral.
El mismo organismo tradujo un comunicado del 7 de septiembre: “Nuestros tres Jefes de Misión se reunirán con los líderes del Gobierno de los Estados Unidos para analizar las formas en que los Estados Unidos puede apoyar instituciones y economías fuertes, independientes y democráticas en toda Centroamérica y el Caribe”.
Dos días después, el domingo 9, el Ministerio de Relaciones Exteriores subrayaba, a en un escueto comunicado del canciller Miguel Vargas Maldonado, de “las “excelentes relaciones” entre el país y Estados Unidos.
“Entre países amigos y democráticos, llamar a consultas a un diplomático es normal y debe ser respetado”, dijo Vargas Maldonado. El mismo día, la Cancillería difundió imágenes de una cena que ofreció Vargas en su residencia, junto a su esposa, Angelita García, a la embajadora Bernstein, su esposo, Richard Bernstein, y la hija de los diplomáticos, Julia Bernstein, el jueves 6 de septiembre, un día antes de que la diplomática fuera llamaran “a consultas”.