Con una larga tradición en la industria que se remonta a 1946, Industrias Banilejas (Induban) siembra cada año alrededor de 4 millones de plantas de café, lo cual la mantiene como la principal productora del rubro del país y la dueña de una marca reconocida por el paladar de la mayoría de los dominicanos.
“Nosotros tenemos la capacidad de producir más de 4 millones de plantas al año, y eso es mucho café, por lo que proyectamos que cada planta debe durarnos 25 años, y son utilizadas para producir plantines, para producir en nuestras fincas y para distribuir a los diferentes productores de la zona”, resalta el colombiano Víctor Chacón, asesor técnico en cultivo de Induban.
Afirma que dos de las principales parcelas de café arábica de Induban, con una extensión de 87 tareas, desde su siembra, en noviembre de 2014, han brindado tres cosechas.
Con una producción de 6.3 quintales por tarea en promedio cada año, las plantaciones se sitúan a una altura de 650 metros sobre el nivel del mar, bajo una pluviometría de 2,400 milímetros anuales.
En años anteriores, la roya, ubicada dentro de las pestes que ha dejado mayores pérdidas en los últimos 100 años a la agricultura, afectó gran parte de la producción del grano aromático en República Dominicana, lo que provocó grandes pérdidas económicas a la caficultura y puso en crisis su estabilidad.
En 2017, la roya impactó unas 5,500 tareas sembradas de café, de las cuales solo lograron sobrevivir 3,500.
En ese sentido, el gerente de Mercadeo de Induban, Omar Rodríguez, asegura que para evitar que la roya continúe causando daños a la cosecha, han adquirido variedades que son resistentes a la enfermedad.
“Para que no pase como en los últimos cinco años, estamos trayendo diferentes variedades, dentro de ellas la arábica. Las probamos, y una vez demostramos que funcionan, la primera partida la regalamos a los productores locales, porque al ser Induban quien más café compra en el país, nos conviene que el producto que compramos sea de buena calidad. Además le vendemos la plata al Estado para el plan de reforestación, para lo cual le regalamos las primeras 300 mil plantas”, indica Rodríguez.
Explica que para garantizar la permanencia del producto en buen estado, han validado tecnología, trayendo variedades desde Centroamérica, Brasil y Colombia, que son resistentes, lo que les ha permitido seguir produciendo café.
Chacón enfatizó en que no usan ningún tipo de pesticida e insecticida para enfrentar los males del café.
“Las fincas están avaladas con una certificación UTZ, la cual está basada en las normas internacionales de producción y contiene criterios para las prácticas del cultivo de café, social y ambientalmente apropiadas, además de una administración eficiente de la finca”, dice.
“Al momento de usar pesticida e insecticida, debe ser bajo la supervisión de un agrónomo y de la menor categoría, por lo que antes de recurrir ahí, agotamos todos los procesos de control de plaga, que no sea el químico”, explica.
Capacidad de exportación Según las estadísticas de la Dirección General de Aduanas, en 2017 República Dominicana solo exportó unos US$9.5 millones a cinco destinos, dentro de los que se encuentran Estados unidos, Italia, Japón, entre otros.
Víctor Chacón entiende que el café dominicano tiene un gran potencial para la internacionalización, por la calidad del suelo, el clima, la tecnología y el capital humano para producir uno de los mejores productos del mundo.
“Aunque el año pasado disminuyó la exportación debido a los problemas que enfrentamos, creemos en que durante este año cafetero que apenas se inició en octubre de 2018, aumente la explotación del producto hacía los demás países y creemos una marca más internacionalizada”, resalta.
Se mostró esperanzado en que la producción que fue afectada por la roya se puede recuperar y ampliar su nivel de calidad.
“Si continuamos al ritmo en que vamos, la producción la recuperaremos y, de acuerdo a los diferentes microclimas que tenemos aquí, será un país que puede producir no solo cafés estándares, sino especiales, con diferentes sabores como chocolate, caramelo, vainilla, entre otros”, señala el especialista.
Resalta que el café dominicano no tiene nada que envidiarle a otros países. “Aquí se produce un café de calidad que todo el mundo debe conocer y este año será bueno para la industria cafetalera de República Dominicana”, dijo.
Fuente de empleo
La industria cafetalera desde sus inicios ha sido una fuente generadora de miles de empleos, tanto formales como informales, que inciden de forma directa en la economía nacional.
En el caso de Induban, Omar Rodríguez afirma que solo en la finca de Rancho Arriba trabajan alrededor de 750 personas en las distintas áreas de producción.
En tanto, Chacón resalta que más de 100 mujeres son empleadas para la selección de las semillas que serán depositadas en el germinadero. “La mayoría de los trabajadores de esa área son mujeres porque estas le ponen mayor amor al cuidado de las plantas”.
Ramona Lluberes, quien hace 6 años trabaja en la selección de semillas para la siembra, afirma que le pone mucho amor a su tarea para que el café que se produce sea de excelente calidad y tenga un buen sabor.
“Yo me siento feliz con mi trabajo y yo colaboro para que salga con mucho sabor, aún más porque sé que puedo compartir con otros mi amor por el café, y a través de este trabajo he podido sacar adelante mi familia, por lo que siempre trato de que mis hijos también sientan ese amor que yo siento por el café”, expresa.
También Irma Celeste comparte su pasión. “Desde que entré a trabajar aquí y tuve un contacto más directo con las semillas y el saber que puedo ser parte de la producción, aumentó mi amor por el café; es algo que me hace muy feliz”, añade.
Cuando entró a trabajar en Induban, su primera tarea fue sembrar matas de café. “Me daba brega porque era iniciando que estaba, pero aprendí a sembrar y me gustó, y compartimos con nuestras familias y las demás personas nuestra pasión por el café”.
Yudí Báez, en su caso, asegura que ha ido escalando dentro de la empresa. Se inició como recolectora y ahora está como encargada del vivero, la cual define como su área favorita.
“Gracias a la empresa me he podido ir superando y pude construir mi ´casita´; además, debido al buen resultado de mi trabajo, la empresa me facilitó una beca para estudiar Ingeniería Agroforestal cuando ya tenía 18 años de haber terminado el liceo y pensaba que me iba a quedar ahí. Pero ya en unos meses me gradúo y esto es una muestra de que hay que luchar por lo que se quiere”, enfatiza.
Recomienda a las personas que no conocen la historia del café y cómo se produce, a ir al campo y experimentar el proceso completo que conlleva procrear una planta y cómo es cuidada hasta cosechar sus frutos para que lleguen a los consumidores.
Insiste en que todos deben ir a la montaña, “para que vean el trabajo que se hace, desde la selección hasta el producto final, que se realiza con bastante esfuerzo”, dice.
Los trabajadores de Rancho Arriba coinciden en que sus empleadores les han cambiado la vida y le han permitido no solo sacar adelante a sus familias, sino que el crecimiento de la actividad económica de la comunidad se puede observar en el dinamismo que registró el comercio.
Se mostraron esperanzados en que el sector cafetalero del país pueda destacarse en el mercado internacional y aumentar el volumen de explotación del producto.
El café dominicano, más que un producto
El café, un emblemático producto enraizado en la cultura dominicana, acompaña las mañanas, tardes y noches de los hogares dominicanos.
Mariano Cepeda, de 52 años, heredó de su padre 80 tareas en las que actualmente tiene sembradas más de 18,000 plantas de café.
“Soy muy feliz dedicándome a la siembra y producción de café; y todo ese amor lo heredé de mi padre, quien falleció hace tres años, y mi orgullo es que desde entonces yo me hice cargo de la parcela y la he sacado adelante, gracias a los conocimientos que mi padre me inculcó, el encanto mío es esto”, expresa. Cepeda, que lleva 8 años trabajando con Induban, destaca que en tiempo de cosecha, suele emplear más de 95 personas para la recolección del producto.
Según el estudio “Mercado interno del café en República Dominicana”, realizado en 2007 por el Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (Idiaf), el 78% de los hogares dominicanos cuelan café a diario, un 8% no lo hacía todos los días y el 14% restante nunca.
Para muchos significa más que solo un producto, definen su producción como una pasión, que realizan con amor, entrega y dedicación. Aquellos que tienen la tarea de seleccionar las semillas; los que la siembran en el germinador, donde el embrión se desarrolla hasta convertirse en una planta y el solo el 80% sobrevive, los encargados de trasladarla hasta la nave bajo sombra, donde inicia el proceso inicia con el llenado de fundas, son transportadas a la nave y colocadas de forma técnica.
Hasta para aquellos que la llevan al vivero donde se produce la aclimatación. Aquí las plantas seleccionadas en la nave bajo sombra son transportadas a esta área, donde se llevan controles de riego, maleza, plagas y enfermedades reciben oxígeno y se exponen de manera directa a la luz y la temperatura.
Luego pasan al área de beneficio húmedo, allí en las primeras horas en que el recolector cosecha el fruto, mediante el empleo de maquinaria de última generación, es lavado para retirar sus impurezas, extrayéndose su pulpa, mieles y mucilagos. Yudí Báez no se puede imaginar su vida sin el café.
“Toda la pasión y amor por el café la he traspasado a mi familia, en mi casa por ejemplo, mis tres hijos, mi esposo y yo, lo primero que preparamos es nuestro ´cafecito´, a las 6:00 de la mañana, antes de salir a cumplir con nuestras labores”.