Las empresas distribuidoras de electricidad (Edes) son propiedad del Estado, es decir, de cada dominicano. Están obligadas a rendir cuentas de todos sus movimientos financieros, pues son de servicio público estatal.
Hace mucho que el país no sabe qué sucede a lo interno de estas tres empresas, las cuales están destinadas a comercializar la electricidad que adquieren de las empresas generadoras. No se trata de cuestionar por hacerlo, sino de pedir algo más allá de las simples metas de reducción de pérdidas, lo cual también es válido.
La transparencia no sólo debe ser una moda discursiva, sino una filosofía que lleve a la práctica. Cada centavo cuenta. Ser un buen gerente no sólo está relacionado con plantear las metas, sino dar información oportuna del proceso y hasta qué punto se ha avanzado.
Lo ideal, por supuesto, sería que el Estado manejara las Edes con un criterio más empresarial, en el que sus principales ejecutivos obtengan sus ingresos sobre la base de las mejoras que logren en la gerencia. Y sabemos que se puede.