Cada vez más, el apasionante mundo de las finanzas da pasos agigantados en materia de innovación tecnológica, con el objetivo de ofrecer servicios más fáciles, rápidos y seguros dirigidos a un creciente segmento de nativos digitales.
El nuevo cliente de hoy en día suele realizar las mayorías de sus transacciones financieras de forma remota, es decir, a través de las plataformas virtuales de las entidades financieras.
La banca virtual, internet banking, o banca en línea, incluye el acceso a varios servicios financieros ofrecidos de forma digital en lugar de ir a una IEF física. A través de esta modalidad de negocio virtual, los clientes pueden contratar préstamos, realizar pagos diversos, y visualizar sus estados de cuenta de forma remota.
Crear un banco virtual resulta más complejo que sencillamente trasladar los productos y servicios de una oficina a un sitio web. El modelo de negocio se maneja totalmente diferente, y, de hecho, ya existen bancos virtuales, es decir, entidades financieras en línea que ofrecen productos y servicios que no se encuentran disponibles en una sucursal bancaria tradicional.
Los bancos virtuales cuentan con múltiples ventajas exclusivas para sus usuarios.
Primeramente, los clientes pueden ejecutar operaciones bancarias en tiempo real y con menores costos de transacción y mantenimiento de cuenta sin tener que acudir físicamente al banco. Los bancos virtuales son muy fiables e instalan servidores de alta gama, con programas de encriptación, que aseguran la privacidad de los datos del cliente.
Por supuesto, que también las entidades financieras pueden optar por seguir operando a través de un estructura física y añadir un portal totalmente virtual. Algunos ejemplos de bancos virtuales son: N26 bank, Monese, y Ally Bank, entre otros.