El deporte ha servido de vehículo para recrear historias de supervivencia, de superación, de coraje y de recuperación económica de individuos, familias y sociedades que logran resurgir como el ave Fénix de situaciones deplorables que sirven de ejemplo e inspiración para muchos.
Quién mejor que Ron Howard para asumir relatos con una buena dosis de superación personal. Director de filmes que recrean episodios emblemáticos de la historia contemporánea de los Estados Unidos, como Un horizonte muy lejano (1992), Apolo 11 (1995), y personajes como el matemático John Nash en Una mente maravillosa (2001), el presidente Richard Nixon en Frost contra Nixon (2008).
Howard cimenta las bases argumentales de esta inspiradora película en el crack de 1929, que significó la caída más estrepitosa y dañina registrada en la bolsa de valores de los Estados Unidos, lo que tuvo una repercusión de crisis sin precedentes en la economía norteamericana.
Las cifras atribuidas al crack de la bolsa de Wall Street indican que en apenas tres días más de 100,000 personas perdieron sus empleos, mientras que los precios de las acciones se desplomaban y las pérdidas millonarias lasceraron la estabilidad de un mercado que parecía inalterable.
Pues el crack de Wall Street es el decorado en que se ambienta Cinderella Man, la segunda película que reunió al director Ron Howard y al actor Russell Crowe tras la realización de Una mente maravillosa. Crowe da vida al boxeador James Braddock, cabeza de una familia estadounidense que tocó fondo en aquellos tiempos de agonía económica provocados por lo que también se conoce como la Gran Depresión.
Braddock, a quien luego se le conoció como Cinderella Man, fue uno de los tantos norteamericanos que invirtió casi todo lo alcanzado de su carrera en una bolsa de valores que lo dejaría en una pobreza desesperante.
Si bien es cierto que el boxeo acapara la mayor parte del metraje de este drama biográfico, Howard impulsa las experiencias de su esposa Mae Braddock (interpretada por Renée Zellweger) y sus tres hijos Jay, Rosemarie y Howard, con una buena dosis interpretativa que completa el siempre impactante Paul Giamatti, que hace del entrenador Joe Gould.
Pero, ¿cuándo toma cuerpo el relato de este boxeador en Cinderella Man? La película parte desde el momento en que Braddock ya estaba retirado del boxeo, un retiro forzado por una seguidilla de derrotas que lo llevaron, al mismo tiempo, a un descontento consigo mismo. El boxeador se ve obligado, tras sufrir los efectos de la Gran Depresión, a aceptar una oferta (casi suicida), debido a sus necesidades económicas: volver al ring y enfrentarse a los púgiles más aterradores de esos tiempos.
El director Ron Howard se acerca a un episodio económicamente memorable en la historia de los Estados Unidos, así como se pudo apreciar en Seabiscuit, película que también aborda los efectos de la Gran Depresión.
Con el boxeo como pretexto argumental, esta película permite reflexionar sobre los estragos propios de esos períodos de dificultades financieras que toda persona, familia, sociedad o país experimenta en algún momento de la vida y las posibilidades y oportunidades que nos pone en las manos la historia para resurgir, como lo hizo Jim Braddock en su caso particular.