En noviembre de 2018 el autor de este espacio tuvo que recorrer el trayecto Santo Domingo-Santiago de los Caballeros en horas de la noche y escribió, sin salir del susto, una columna titulada: “Conducir a tientas por la Autopista Duarte”. Ahora, en enero de 2019, se podría repetir el mismo texto.
Hay que encomendarse a todos los santos para conducir de noche por la principal “autopista” (es más bien una carretera) de República Dominicana. Sin alumbrado eléctrico, sin señales de tránsito, con una amplia área próximo a Pedro Brand que se derrumba, con retornos irregulares frente a algunos negocios, venta de tarros o muebles en el mismo borde de la vía, con… en fin, termine usted la lista.
El Gobierno programó en el Presupuesto Nacional 2020, a través del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), un monto de RD$125 millones para la “Reconstrucción de la capa de rodadura de la Autopista Juan Pablo Duarte”. Pero antes, para el año 2019, ese mismo proyecto tenía una asignación de RD$614.9 millones.
No sabemos si estos montos se están ejecutando como se planificaron, pero mientras tanto la Autopista Duarte es un peligro público, sobre todo de noche. Es una vía insegura que merece de la atención seria y sin demora del Gobierno.
El país no puede esperar que ocurra una desgracia mayor para entender la necesidad de iluminar y señalizar esta vía. La Autopista Duarte clama atención urgente.