El turismo es, sin duda, la piedra angular de la economía dominicana. Su vitalidad sostiene innumerables empleos y dinamiza nuestra presencia global. No podemos imaginar este país sin turismo.
Sin embargo, la sostenibilidad a largo plazo de este sector crucial depende de algo más que playas inmaculadas y hospitalidad: requiere un marco de supervisión y fiscalización robusto e inquebrantable para toda la infraestructura hotelera, sin excepción de su tamaño o escala.
Está sobreentendido que los grandes hoteles y resorts cumplen, casi en su mayoría, con los permisos y estándares internacionales de seguridad y salud. Sin embargo, creemos que un establecimiento hotelero, esté donde esté, debe cumplir condiciones mínimas.
La falta de permisos o la existencia de debilidades administrativas no implican, necesariamente, una merma en la calidad del servicio ni un riesgo inminente para la seguridad del visitante. No obstante, la ausencia de una documentación en regla sí socava un pilar fundamental: la confianza.
En un mercado global competitivo, donde la percepción de seguridad y profesionalismo es tan valiosa como la oferta tangible, cada detalle cuenta. Un sector hotelero que opera dentro de un marco regulatorio claro y transparente envía una señal inequívoca al mundo: República Dominicana se toma en serio la excelencia y la seguridad de sus huéspedes.
Este es un llamado de atención urgente al Ministerio de Turismo. El reforzamiento de los procesos de supervisión no es un asunto de capricho burocrático, sino una necesidad estratégica. Es un tema de voluntad política que tiene un impacto fundamental en la confianza del turista individual y del turoperador internacional.
La estandarización de las normativas y su aplicación rigurosa a hoteles grandes, medianos y pequeños garantiza un espacio de juego nivelado y eleva el estándar general de la industria. Demostrar que operamos con un sistema de permisos y fiscalización eficiente y obligatorio es invertir en la reputación de nuestro destino.
Es hora de traducir la retórica sobre la importancia del turismo en acciones concretas. Fortalecer la supervisión es proteger una de nuestras principales fuentes de divisas y asegurar que la confianza de cada visitante en nuestro sector esté plenamente justificada. La voluntad política, en este caso, es la llave maestra para blindar el futuro de nuestra industria turística. Lo decimos por bien, para evitar diatribas.










