[dropcap]N[/dropcap]o caben dudas que la falta de educación constituye una fuerza reproductora de la pobreza y también un instrumento que permite perpetuar las condiciones de marginalidad en la que viven millones de individuos.
Esto se torna aún más crítico a nivel de los jóvenes quienes, por falta de preparación y formación académica, se convierten en un caldo de cultivo de la delincuencia, la prostitución y el narcotráfico.
Lo anterior, unido a mercados laborales relativamente rígidos y a una economía incapaz de generar puestos de trabajo decentes y suficientes, revela un cuadro poco alentador para aquellos jóvenes desertores del sistema educativo, e incluso para aquellos que, aun permaneciendo en este, no tienen muchas expectativas en términos laborales debido a la inseguridad de conseguir un empleo digno y bien remunerado.
Bajo este escenario, cobra importancia la educación técnica y la formación profesional, ya que ésta provee habilidades y conocimiento técnico a jóvenes y adultos, lo que le sirve, no solo para conseguir un empleo, sino también para generar un autoempleo.
Sin embargo, existe una tendencia de la sociedad a observar los oficios técnicos como algo marginal, que estudian los que no tienen otra alternativa.
A esto ayuda el hecho de que las instituciones que ofrecen este tipo de capacitación, por ejemplo, Infotep, no invierten ni un centavo en promover las bondades de la educación técnica y la formación profesional.
Tampoco ayuda el hecho de que, en muchos casos, los servicios que prestan las personas preparadas en oficios técnicos –plomería, electricidad, mecánica, ebanistería, por solo mencionar algunos-, son de mala calidad y ofrecidos con negligencia e incumplimiento.
En países como Alemania y Francia, los oficios relacionados con la educación técnica son los más y mejor valorados en el mercado de trabajo y los de mayor remuneración.
De hecho, allí los jóvenes no se preocupan tanto por ir a la universidad y obtener una licenciatura, sino que prefieren una carrera técnica y especializarse hasta alcanzar un grado de maestro técnico.
Estudios realizados revelan también que existe una correlación entre cantidad de jóvenes con profesiones técnicas y desarrollo económico de un país. Es decir, mientras más personas preparadas en oficios técnicos e ingeniería tenga una nación, mayores posibilidades tiene esta de alcanzar el desarrollo. Pero a los jóvenes dominicanos se les ha dicho que deben ser licenciados, en cualquier cosa, aunque después no consigan empleo ni aprendan nada útil que la empresa valore y pague por ello.
Por eso, los empresarios tienden a contratar mercadólogos, administradores de empresas, informáticos, de los que está llena la oferta laboral, le pagan salarios de miseria y lo ponen a hacer cualquier cosa en la empresa, menos lo que aprendieron.
Y así vamos, tejiendo un círculo vicioso de empleo precario, mala remuneración y pocas posibilidades de desarrollo, todo por no valorar adecuadamente la educación técnica y la formación profesional.