A pesar de que todavía nos mantenemos enfocados en el combate de la pandemia del covid-19 en el aspecto sanitario, no es menos cierto que la necesidad de tomar medidas de cara a la recuperación económica empieza a cobrar mayor importancia.
En el contexto de la recuperación económica es que se debe ampliar la inclusión financiera, pues es una valiosa herramienta para ayudar no solo a las pequeñas y medianas empresas, sino también a los consumidores y el sector productivo en sentido general.
Tanto para el Banco Mundial como para el Fondo Monetario Internacional, el tema de la inclusión financiera ha sido objeto de reciente enfoque.
Generalmente, definen el término “inclusión financiera” como la posibilidad de que personas y empresas tengan acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades. Los productos financieros pueden incluir aquellos respecto a transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguros.
El primer paso de la inclusión financiera es darle la oportunidad a todas las personas de aperturar una cuenta bancaria. Una cuenta bancaria suele ser la forma en que personas de escasos recursos y pequeñas empresas acceden de manera inicial al sistema financiero formal, y de esta forma también se establece una relación que puede servir como base de otros productos y servicios financieros que pudieran ser de interés para la persona en el futuro.
Otro aspecto de la inclusión financiera es el acceso a la red de sistemas de pago. A través de este acceso, empresas informales e individuos con negocios pueden aumentar su seguridad (reduciendo el efectivo que manejan) y también formalizan su participación en el aparato productivo nacional.
La otra cara de la moneda, por así decirlo, del sistema de pago es que permite a las personas realizar pagos, y no solo recibirlos. Al igual que las ventajas para el comercio, este acceso también tiene como ventaja la reducción del uso de efectivo –con su consecuente aumento de la seguridad ciudadana por no requerir el porte de efectivo– y también debido a que permite el acceso a productos y servicios en aquellos lugares que no se acepta el uso de efectivo (por ejemplo, el comercio electrónico).
El Fondo Monetario Internacional resalta que los beneficios de la inclusión financiera para las economías y sociedades son amplios: aumenta el crecimiento económico, reduce la desigualdad y fomentan el crecimiento del PIB. Además, a través del uso de medios electrónicos, los gobiernos pueden alcanzar a personas que no pudiera hacerlo por las vías tradicionales.
En fin, la inclusión financiera es una herramienta necesaria y de alta importancia de cara a la recuperación económica poscovid-19. En este sentido, debemos continuar impulsando la inclusión financiera a través del sector Fintech en República Dominicana, así como impulsar cambios necesarios en la legislación bancaria nacional, pues estos cambios redundarán en importantes beneficios para los dominicanos, y para el país.