“Me voy con la satisfacción del deber cumplido”, dijo el presidente Danilo Medina en una de las actividades donde, a la carrera, inaugura algunas de las obras “terminadas”. Y hay que ser honesto: el gobierno que presidió durante los últimos ocho años, que finaliza este 16 de agosto, tuvo luces importantes a destacar, pero, lamentablemente (y sí que es muy lamentable), queda marcado por sombras que sólo la historia juzgará.
Hay manchas indelebles en materia del combate a la corrupción (impunidad) y un aumento casi irracional del endeudamiento público, entre otros puntos importantes, que no hay forma de pasarlas por alto. La estabilidad macroeconómica, con sus bemoles, es lo más positivo.
La aplicación de la Ley 66-97, que establece un 4% del producto interno bruto (PIB) para la educación, es uno de los puntos más luminosos de la gestión de Medina. Sin embargo, es bueno recordar que se vio obligado a firmar un acuerdo, igual que los demás candidatos de 2012, presionado por las protestas amarillas que marcaron un antes y un después en el país en cuanto a conquistas sociales. Luego, por supuesto, vinieron la Marcha Verde y las manifestaciones en Plaza de la Bandera. Sin embargo, destinar tantos recursos a la educación, a juzgar por los resultados, no ha sido positivo.
En materia de política social hay logros que deben ser reconocidos, pues no es un secreto que nunca como antes en el país se había incluido a tanta gente en programas de vivienda, subsidios del Estado, salud y otras áreas que alcanzan a los más pobres. La inauguración del Sistema Nacional de Emergencias 9-1-1 es, junto con las patrullas mixtas de seguridad en las carreteras, son puntos a favor de la gestión del presidente Medina.
La construcción del Teleférico y la conclusión de la línea 2-B del Metro de Santo Domingo son obras positivas y que impactan de manera directa en la gente. Pero siempre hay un pero. Aunque en materia de transporte hubo avances, principalmente en la parte normativa, la inauguración de la que está supuesta a ser una estación de autobuses en el Parque del Este, a pesar de las sentencias judiciales que la prohibían, incluyendo una del Tribunal Constitucional, representa un acto de rebeldía en contra de la institucionalidad. Es, sin quizá, algunos de los actos más imperdonables.
Hay quienes consideran que el Metro de Santo Domingo debió expandirse por lo menos en un par de líneas nuevas o extensión de las existentes en los últimos ocho años. El anuncio de un Teleférico en Los Alcarrizos no resultó ser una obra aplaudida por la ciudadanía, ya que todos los estudios indican que debería ser la extensión de la línea B en ruta kilómetro-Pedro Brand la que debió ejecutarse. ¿No quería Danilo Medina darle seguimiento a obra sello de Leonel Fernández, su ex compañero de partido, y decidió construir un teleférico para que así lo recuerden a él? No sé, pero muchos apuestan a que hay algo de eso. En lo particular considero una aberración urbana ver cables y personas colgando en la autopista Duarte, ya que estos sistemas de transportes están pensados para zonas impenetrables.
Hubo importantes obras de infraestructura viales que, con toda seguridad, serán fundamentales para garantizar el desarrollo económico dominicano. La conectividad terrestre será básica para expandir el turismo a lo interno del país, pero también para lograr que los productos agropecuarios lleguen hasta los centros urbanos de forma más rápida y a menor costo.
Aunque no es su responsabilidad, Medina entrega un país en crisis sanitaria, pero que muchos consideran que hubo errores básicos o fundamentales desde que se detectó el primer caso el 1 de marzo, pues aunque fueron importados, no se tomaron las medidas de lugar. Y lo peor fue cuando no se actuó correctamente con la dominicana que había venido de Italia y que luego de ir al hospital, con todos los síntomas, no se le dio el seguimiento de rigor. La pandemia del covid-19 ha afectado a casi 90,000 dominicanos a mediados de agosto y ha matado a casi 1,400 personas.
No es un secreto que la sociedad se encuentra en un padecimiento peor que la crisis económica y sanitaria, pues para muchos la moral, por todo lo que ha implicado durante estos últimos años, tiene efectos transversales en la sociedad. Quizá nunca antes se había confirmado cuán insaciables se puede ser cuando no hay un régimen de consecuencias que funcione. La crisis de credibilidad del Ministerio de Público marcó records. La crisis moral, puede afirmarse, pesará mucho sobre el legado del presidente Danilo Medina.
En lo que respecta al sector eléctrico, los avances en generación, al agregar más capacidad y diversificación de la matriz energética, son puntos a favor de la gestión de Medina. Sin embargo, en lo que compete al área de comercialización está todo por hacer. Las pérdidas de las distribuidoras representan una de las cargas más pesadas para las finanzas públicas. La deuda del Estado prácticamente se duplicó en los últimos ocho años.
Las visitas sorpresas, de las cuales se contabilizaron 290, pudieran calificarse como la demostración fehaciente de lo populista que fue (o quiso ser) el Presidente que entrega el poder este 16 de agosto a Luis Abinader. Por supuesto, Danilo Medina fue un Presidente que la gente lo percibió cerca, quizá mucho más que Leonel Fernández.
Los últimos días de gobierno de Danilo Medina podrían calificarse de lamentables por los errores tácticos cometidos. No sólo se trata de la inauguración de una terminal de autobuses en contra de todos, incluso de la ley, y por la elevación arbitraria de personas a la carrera administrativa, sino por la intolerancia que mostró parte de su seguridad en el acto de inauguración del hospital regional de Santiago de los Caballeros. Otro punto que generó comentarios es su decisión no estar presente en la Asamblea Nacional para escuchar el discurso del presidente entrante, Luis Abinader, y entregar la banda presidencial al presidente del Senado, Eduardo Estrella.
Le queda también haber modificado la Constitución sólo para lograr una repostulación e intentarlo nuevamente, lo que le generó un malestar a lo interno de su partido que luego, a propósito de las primarias internas de su organización política, provocó la salida de Leonel Fernández.
En definitiva, porque Danilo Medina logró tener su Congreso, como él lo que quería, perdió una oportunidad histórica de oro para lograr una transformación institucional que marcara las pautas para el fortalecimiento de las instituciones públicas. El populismo, en cambio, fue un sello de los últimos ocho años de gobierno.
El materia de política exterior, salvo el restablecimiento de las relaciones con China, no hay mucho que se pueda señalar como un triunfo de República Dominicana. A pesar de que el país logro presidir el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas habría que preguntarse qué se logró y cómo actuó en este oportunidad. Lo peor, de lo bueno y lo malo que se puede destacar en este período, fue su costo. La sed de justicia se alimenta, justamente, por la demostrada incapacidad (o disposición) de las autoridades de castigar a quienes no actuaron correctamente.
¿Cree usted que Danilo Medina se va con la satisfacción del deber cumplido? ¿Qué se puede esperar del próximo presidente Luis Abinader en materia de combate a la corrupción? Estaré pacientemente esperando el momento en que deba ponderar la gestión que se inicia este 16 de agosto de 2020.