Desde hace varios años los niveles de endeudamiento público venían aumentando aceleradamente en República Dominicana, debido a que los pasados gobernantes, especialmente el más reciente, le tomaron el “gustito” a los préstamos externos e internos para cubrir déficits presupuestarios.
Ese creciente endeudamiento fue motivo de críticas de parte de la oposición política, misma que ahora es la que ocupa la dirección del Estado, por lo que es la que representa al Gobierno.
El su discurso de toma de posesión, el pasado 16 de agosto, el presidente Luis Abinader criticó el acelerado endeudamiento público en el Gobierno anterior, pero al mismo tiempo, advirtió a la población que, debido a los efectos negativos del Covid19 sobre la salud y la economía, las recaudaciones fiscales se han reducido, mientras ha aumentado la necesidad de más gastos, por lo que será necesario recurrir al endeudamiento público que tanto se le criticó a su antecesor presidente Danilo Medina.
Aunque se pudiera criticar al nuevo Presidente, en el sentido de que ahora va a recurrir a lo que le criticó al gobernante anterior (endeudamiento público) para cubrir el creciente déficit presupuestario, algo así como: “no es lo mismo tocar el pito que tocar la flauta”, la realidad es que ahora, más que antes, el recurso deuda pública se justifica y parecería inevitable.
El escenario actual es el siguiente: las recaudaciones fiscales se han reducido, debido al frenazo sufrido por la economía a causa de la cuarentena para enfrentar el Covid13. En forma adicional, el Gobierno ha tenido que aumentar las partidas de gastos en asistencia social para llevar alivio a los miles de trabajadores formales e informales que han perdido o visto reducir sus fuentes de ingresos a causa de la pandemia.
En resumidas cuentas, los ingresos han bajado y la necesidad de gastos ha aumentado.
Uno de los argumentos del actual gobernante cuando era oposición y estaba en campaña política era que mejoraría las finanzas del Estado reduciendo el gasto público y enfrentando el dispendio innecesario de recursos.
El problema es que ahora se hace difícil reducir el gasto público, no solo por la necesidad de más dinero para la asistencia social, sino, además, porque la intención de “achicar” el tamaño del Estado deberá posponerse al menos hasta que el sector privado se recupere y retome la tendencia de crecimiento de la oferta de empleos, pues en medio de un panorama de desempleo, no se hace prudente reducir la nómina pública en la proporción deseada.
Otra fuente de posibles ingresos adicionales que proponían, incluso, organismos internacionales, era la de revisar y reducir los llamados “gastos tributarios”, es decir, las exenciones fiscales que reciben diversos sectores de la economía. Se estima que para este año 2020, las exenciones fiscales alcanzarían los RD$237,000 millones, es decir, alrededor del 4.8% del producto interno bruto (PIB).
Sin embargo, con el frenazo que ha sufrido la economía, los sectores que reciben exenciones fiscales, las necesitan más que antes. En condiciones normales, con la economía en constante crecimiento, era justificable hacer una revisión de esas exenciones para reducirlas o eliminarlas en los casos que se consideraran menos necesarias.
Pero ahora, con empresas cerradas, otras operando a media capacidad, desempleo y necesidad de incentivos para la recuperación económica, ¿cómo puede un Gobierno eliminar exenciones fiscales? Por el contrario, lo que vemos es la necesidad de aumentar, en algunos casos, las facilidades fiscales a sectores como micro y pequeñas empresas, el turismo, zonas francas, industria manufacturera y hasta personas físicas.
Junto con el descarte de eliminar exenciones, también se descarta por el momento una reforma fiscal, aunque sea parcial, pues de hacerse, sería para amnistiar a contribuyentes y no para cargarles más tributos.
Visto lo anterior, no hay dudas de que el proyecto de presupuesto de la nación para el próximo 2021 estará sustentado por mucho en endeudamiento público, a niveles superiores a los de años anteriores, incluso, tal vez, al presente año, donde la estimación de deuda pasará de RD$599,000 millones para completar un presupuesto por más de RD$1 billón 200,000 millones.
No hay dudas. Lamentablemente, la deuda pública dominicana cobrará fuerza en 2021 y los años por venir.