Las políticas monetarias expansivas, a fin de estimular la demanda y reactivar la economía, están conduciendo a una devaluación de las monedas fiduciarias tradicionales.
Los mercados emergentes ganan terreno en el universo digital y empiezan a seducir a las generaciones más jóvenes, que ultimadamente serán los responsables de llevar las riendas de la economía mundial. Por otro lado, la mayoría de inversionistas de mayor edad continúan apostando por el oro y otros activos refugio.
Los dos activos se han revalorizado considerablemente en lo que va del año. El Bitcoin se ha convertido en uno de los activos refugio del 2020. Esto último queda evidenciado por el incremento pronunciado del precio de la criptomoneda, sobrepasando el 60% en lo que va de año. Por otro lado, el oro se ha revalorizado aproximadamente un 25% en el mismo período. Actualmente hay 10 países que tienen contemplado crear su propia moneda digital.
Queda claro que las criptodivisas llegaron para quedarse. Incluso, la SEC se encuentra activamente evaluando la posibilidad de dar el visto bueno a la creación de un ETF que invierta en monedas virtuales. Dicho esto, el Bitcoin sigue siendo una activo muy volátil y dirigido a inversionistas con baja aversión al riesgo. Al margen del buen desempeño del Bitcoin este año, el oro mantiene su rol de activo refugio por excelencia.
Bank of America y otras entidades financieras vaticinan una tendencia positiva en la cotización tanto del Bitcoin como del oro. No obstante, todavía es muy pronto para categorizar al Bitcoin como un activo refugio. La volatilidad, el escepticismo de los inversionistas y un mercado menos líquido, son algunas de las desventajas del Bitcoin frente al oro.