En un reciente encuentro, así como en varias intervenciones públicas, el presidente Luis Abinader ha resaltado que su gobierno será “pro-negocios”, un concepto que en el pasado ha sido considerado como algo negativo o cuestionable. Sin embargo, la percepción negativa de este término presupone una interpretación errónea y no se corresponde con su realidad, pues es una visión que nuestro país necesita para progresar.
Desde principios del Siglo XX, la gran lucha intelectual en materia económica ha contrapuesto los intereses de los “empresarios” contra el “proletariado”, más famosamente expuesta por Karl Marx en su “Manifiesto Comunista”. Pero esta polémica ha continuado hasta en los años recientes, con autores como Thomas Picketty, en su libro “Capital en el Siglo XXI”, exponiendo la tesis de que los grandes “capitalistas” explotan a la clase obrera, dejando a ésta en una situación económica que no le permite progresar.
En nuestro país siempre ha habido un segmento de la población, a niveles de sectores productivos, intelectuales y hacedores de opinión, que ha mostrado mucho escepticismo sobre la visión pro-negocios. Las evidentes carencias locales en materia de bienestar social son importantes elementos que tienden a llevar a los sectores a asumir posiciones contrarias al sector privado, en parte culpándolo de no contribuir con el desarrollo social y económico.
No obstante lo anterior, aquellas personas que cuestionan la visión pro-negocios tienen un concepto errado de la misma. Una visión pro-negocios no implica dejar a un lado el cumplimiento de la ley, el desarrollo humano y, en sentido general, velar por los intereses sociales de los dominicanos.
Por el contrario, cuando nos referimos a una visión pro-negocios, se conceptualiza un marco normativo claro, libre de trabas burocráticas innecesarias, sin corrupción administrativa y que garantice la seguridad jurídica, no para enriquecer a algunos, sino para crear puestos de trabajo buenos, duraderos, formales, que permitan a las personas progresar. Es decir, en el marco de esta visión, el objetivo principal parte de la premisa de que el Estado no debe ser el principal creador de empleos en un país, sino que un sector privado fuerte, pero siempre sujeto a las normas y supervisión de los órganos estatales, contribuirá a la creación de empleos en el sector formal.
La creación de empleos formales tiene varias consecuencias positivas a largo plazo: se amplía la base impositiva, ya que todos esos negocios deben tributar y eso aumenta las recaudaciones del Estado. Por igual, los empleados formales acceden a cuentas bancarias, productos financieros, posibilidades de mejoras económicas a corto y largo plazo, entre otros aspectos.
Finalmente, una visión pro-negocios no debe entenderse como un abandono o reducción del interés y responsabilidad social del Estado, ya que impera la necesidad de adoptar políticas normativas y económicas equilibradas, que procuren el bienestar social y el crecimiento económico del país.
Pero los avances que tanto anhelamos para República Dominicana no pueden lograrse sin desarrollar en pleno esta visión en pro de los negocios.