Recibir una segunda oportunidad es, con toda seguridad, lo mejor que le puede pasar a un ser humano en cualquier ámbito de su vida. Imaginarse que esto puede pasar en el ámbito financiero, en un contexto en el que la banca forma parte de la formalidad laboral y productiva de todo el que busca ser útil a la sociedad, tiene un significado de mayor relevancia.
Hay miles de dominicanos que hoy son “muertos económicos” por no estar en capacidad de acceder a un empleo formal, pues su principal obstáculo está en la imposibilidad de abrir una cuenta de banco para que le depositen su salario. Esta realidad, más común de los que pudiera estimarse, también empuja hacia la informalidad de entes productivos que, al mismo tiempo, poseen un potencial importante para generar empleos formales. En todo caso, el Estado está en la obligación de abrirles una nueva oportunidad para que se reinserten en la economía formal.
En este orden es plausible la decisión de la Superintendencia de Bancos (SIB) de incluir en el sistema financiero a quienes han tenido problemas con la justicia (legales), pero también a los que de alguna manera tiene un historial crediticio negativo. Por más interés que tenga una persona de recomponer su vida financiera, no lo podrá hacer si no recibe una nueva oportunidad. Esta es una razón más que suficiente para apoyar la circular 029-20 a través de la cual la institución reguladora y fiscalizadora del sistema financiero crea la “Cuenta básica”, más que una nueva ventana para todos los que de alguna manera están excluidos del sector bancario puedan volver a ser sujetos económicos visibles.
Es oportuno también reconocer al Banco de Reservas, que atendiendo a su filosofía de inclusión financiera y por ser la entidad de servicios múltiples estatal, fue la primera en sumarse a la iniciativa.
Aunque es preciso señalar que la creación de esta cuenta habrá de cumplir con una serie de requisitos, por tratarse de clientes en situaciones especiales, el hecho de incorporarlos a la formalidad financiera les da otra oportunidad de “rehacer su vida económica”. La SIB establece que las cuentas básicas de ahorros no podrán recibir depósitos ni mantener balances por un monto superior a RD$45,000, durante un período de 30 días, aunque sí se podrán abrir de manera presencial o no presencial.
Lo que sí se debe tomar en cuenta es que la inclusión financiera es un proceso de integración de la banca formal a las actividades económicas cotidianas de la población, lo cual constituye un reto para el Estado con el fin de eliminar las barreras que impiden a cientos de miles de ciudadanos obtener un crecimiento económico para superar la pobreza. Esta afirmación, que forma parte del discurso de las autoridades, es válida para entender lo transcendental de la decisión.
Al tiempo de felicitar a la Superintendencia de Bancos por esta decisión, es un imperativo invitar a toda las instituciones financieras a agilizar el proceso de apertura de cuentas básicas a los cientos de miles de dominicanos que hoy están impedidos de acceder a un trabajo formal. Con esto, además de otras acciones, se estaría apostando a la inclusión financiera y dándoles la oportunidad a todos los que deseen recomponer su vida financiera.