Los datos sobre el incremento de la pobreza en América Latina y el Caribe durante el 2020 son, hasta cierto punto, escalofriantes, y reflejan los estragos dejados por la pandemia del covid-19 sobre una región que intentaba recuperarse, lentamente, de un malestar social que se exhibía, y aún se exhibe en países como Venezuela, Bolivia, Argentina, Paraguay Honduras, El Salvador y Haití, por solo mencionar algunos casos.
En efecto, para la Comisión Económica para América Latina (Cepal, 2020) el coronavirus llega a una región marcada por una matriz de desigualdad social, cuyos ejes estructurantes –el estrato socioeconómico, el género, la etapa del ciclo de vida, la condición étnico-racial, el territorio, la situación de discapacidad y el estatus migratorio, entre otros- generan escenarios de exclusión y discriminación múltiple y simultánea que redundan en una mayor vulnerabilidad ante los efectos sanitarios, sociales y económicos de esta enfermedad”.
La Cepal también había medido que, en América Latina, el porcentaje de pobreza extrema había aumentado de 7.8% a 11.3% de la población, y que la pobreza en general había pasado de un 27.8% al 30.5% durante el período 2014-2019. En ese mismo sentido, ese organismo estimó que el ritmo de mejora del coeficiente de Gini se había reducido, pasando de un promedio anual de 1.1% durante el período 2002-2014 a tan solo un 0.5% durante los últimos cinco años, previo al inicio de la pandemia del coronavirus.
Con la llegada de este mortal virus, la situación de los países de la región latinoamericana tendió a complicarse, generándose un desempleo masivo y una caída abrupta del producto interno bruto, el cual se calcula cayó un -7.7% durante el 2020. Esto conllevó a una reducción significativa en los ingresos de la gente, lo que en cierta medida fue amortiguado por los programas de ayuda social que los gobiernos latinoamericanos pusieron en marcha durante la crisis sanitaria, y también debido a la recuperación de las remesas que continuaron llegando desde el exterior.
Siguiendo con los datos, la Cepal proyecta que en el transcurso del 2020 “la tasa de pobreza extrema se situaría en un 12.5% y la tasa de pobreza general alcanzaría el 33.7%. Ello supondría que el total de personas pobres ascendería a 209 millones a finales de 2020, es decir, 22 millones de personas más que en 2019. De ese total, 78 millones de personas se encontrarían en situación de pobreza extrema, ocho millones más que en 2019”.
Este preámbulo viene a raíz del boletín de estadísticas oficiales que publicó recientemente el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD), el cual reporta importantes datos sobre el incremento de la pobreza en República Dominicana.
Se afirma, en el boletín de marras, que durante el 2020 hubo una pérdida de empleo total del orden del 5.9%, lo que representó alrededor de 277 mil puestos de trabajo, con relación al 2019. Pero uno de los datos más interesantes que ofrece este boletín, es que con la implementación de los programas sociales se evitó que más de 594,000 dominicanos cayeran bajo la línea de pobreza monetaria general.
Otro dato relevante del boletín del MEPYD es que la tasa de pobreza general en la zona urbana experimentó un aumento de 3.2 puntos porcentuales durante en el período 2019-2020, al producirse un cambio en la tasa de pobreza de 20.0% a 23.2%. De todos los datos que aporta este boletín, sine embargo, el que más llama la atención es el que revela que el Índice de Gini mejoró, en vez de empeorar, como pasó en el resto de los países de América Latina y el Caribe. Este índice muestra una reducción del 0.026 para todo el país, pasando de 0.431 en 2019 a 0.405 en 2020, a pesar de la pandemia. Para que vean, aún hay milagros en el mundo.