Cuando en República Dominicana se crearon, a principios de este siglo, los ministerios de Cultura y de la Juventud, a muchos nos llegó a la mente la imaginación de que nuestros barrios serían dotados de escuelas de educación cultural como música, artesanías, pintura, canto, entre otras artes.
Tan sencillo como que en cada barrio el Ministerio de Cultura haga uso de partes muy mínimas de su millonario presupuesto para comprar o alquilar locales y contratar a los tantos artistas dominicanos, que andan por ahí desempleados, para que impartieran clases a los miles y miles de niños, niñas y adolescentes que no tienen “ningún tipo de distracción positiva” en los sectores donde residen.
Esas son las “oportunidades” que tanto se mencionan como necesarias para que nuestros jóvenes no caigan en vicios, delincuencia, prostitución y otros males. Es desde ahí, desde la raíz, donde hay que comenzar a formar a esos muchachos y muchachas.
Lo que se hace en la actualidad es esperar a que esos chicos crezcan sin formación y luego hablamos de darles “oportunidades” de empleo o de ir a la universidad a cursar una carrera con elevadísimas deficiencias, pues la educación escolar que recibieron, los pocos que alcanzaron a hacerse bachilleres, es también de precaria calidad.
Uno se pregunta: ¿Para qué sirve el Ministerio de Cultura? ¿Qué ha hecho esa institución en sus 20 años de existencia para despertar el arte en los niños de nuestros barrios populosos?
Es posible que al leer este artículo algunos digan que el Ministerio de Cultura tiene escuelas de arte en muchos sectores de la capital y puestos del interior. Y yo les pregunto: ¿cuántas escuelas de arte tiene esa institución? ¿Dónde están? ¿Son suficientes?
Para este año 2021, el Ministerio de Cultura tiene asignado un presupuesto de RD$2,587.8 millones, recursos que deberían estar destinados casi por completo a la apertura de escuelas de arte en todos los sectores marginados del país.
El tema surge a propósito del anuncio del Gobierno de un Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, que debe incluir todos los aspectos que citó el presidente Luis Abinader, pero que servirá de poco si no se agregan los componentes que han de evitar que nuestros niños crezcan con una mentalidad equivocada.
Cuando vamos a los barrios marginados de la capital y los pueblos del interior encontramos bancas de apuestas, colmadones, terrazas, bares, discotecas y toda clase de negocios que incentivan a la vida mundana. Como elementos positivos están, en muchísimo menor proporción, una que otra iglesia, una escuela y en muy pocos sectores un club, por demás, en deterioro y abandono.
Para aquellos miles de niños que vienen de hogares disfuncionales, que van a la escuela más por el deseo de estar fuera de su casa (que comparan con un infierno) que por tomar clases, al llegar nuevamente a sus “hogares”, desean salir a distraerse, pero lo que encuentran fuera de casa no es un estadio para jugar pelota (a propósito del prácticamente nulo aporte del Ministerio de Deportes en los barrios), no hay una cancha con una liga organizada y mucho menos una escuela de arte cercana, donde pueda acercarse para distraerse positivamente.
Lo que ve son “antros” que le invitan al camino incorrecto.
La seguridad ciudadana requiere que nuestros niños y niñas sean formados como ciudadanos. De nada nos vale dejarlos crecer sin formación para luego pretender enderezar a los que se nos doblan. Esa es una forma inmediatista de tratar el tema. Hay que incluir, con voluntad política y con continuidad de Estado, miles y miles de escuelas de arte en todos y cada uno de los barrios de la capital y pueblos del interior, con la intención de que, hacia el mediano y largo plazos, tengamos jóvenes con algo de formación positiva.
Un ministerio de Cultura no es para promover premios anuales y sostener una nómina de empleados de escritorio. Es para contratar cuantos artistas sean necesarios para mandarlos a los barrios a impartir clases de arte en los locales que sean habilitados para tales fines. Que no haya más de cuatro cuadras o callejones sin una escuela de arte promovida por Cultura en todo el país. Eso también es “seguridad ciudadana”.