¿Qué es un empresario? La definición simple sería que un empresario es alguien que tiene una empresa. Ahora bien, otra pregunta sería: ¿Qué es una empresa? En términos sencillo es una unidad productiva que genera valor en la economía a través de la elaboración o fabricación de algún bien (producto) y/o prestación de un servicio, con lo cual crea fuentes de empleos, los cuales, a su vez, se encadenan e interactúan en el mercado a través de la ley de oferta y demanda con miras a satisfacer una necesidad.
Todos hemos escuchado, quizá desde muy pequeño, que un empresario (o empresaria) es un hombre o mujer de negocios con éxito, que vive bien, que posee propiedades y viaja a todas partes del mundo; que se da la buena vida, que tiene amigos igualmente ricos y que, por supuesto, no se junta con pobres. Pues déjeme decirle que si piensa así está en un error, pues hay medias verdades y mentiras que pasan como verdades absolutas. Cuando piense en un empresario no se puede hacer un símil con los empresarios de la primera revolución industrial, ya que en aquella época las sociedades funcionaban y eran diametralmente diferentes. Convertirse en empresario requiere de mucho tesón; hay que estar dispuesto a asumir el riesgo y estar consciente de que el camino estará lleno de retos.
El público llano quizá no entiende que un empresario debe estar al tanto de todo lo que sucede dentro y fuera de su mercado, ya que hasta los cambios del modelo económico en un país destino de sus exportaciones podrían afectarlo. Esto incluye tomar en cuenta la estabilidad política y social de un país. En términos macro, hay presiones hasta por las características que pueda tener un acuerdo comercial, ya que eso conllevará competir con otros empresarios que quizá tienen mejores condiciones frente al Estado.
¿Por qué usted, en vez de pensar como un resentido social, no relaciona al empresario con alguien que arriesga dinero, tiempo, capital, esfuerzo y familia para poner en marcha un proyecto empresarial a través del cual busca satisfacer una necesidad social a cambio de alguna utilidad? ¿Se atreve usted a arriesgar US$100 millones, si los tuviera, en un negocio del cual no está seguro? O peor: ¿Montaría usted una fábrica para elaborar productos y venderlos al costo o por debajo, aunque sabrá que eso le llevará a la quiebra? Estoy seguro de que usted jamás se atrevería a trabajarle gratis a ningún empresario. ¿O sí? Puedo asegurar que su respuesta, explícita o implícita, la que tiene dentro de sí en estos momentos, le lleva a pensar en el sentido lógico de la economía.
Debe quedar claro, por demás, que un empresario no es ni buscar ser la Santa Madre de Calcuta; su razón de existencia es el beneficio y así debe ser, pues de otra forma no habría posibilidad de generar empleos y valor agregado a la economía.
Según Ferrell, Hirt, Adriaenséns, Flores y Ramos (2004), autores del libro «Introducción a los Negocios en un Mundo Cambiante», “un empresario es una persona que arriesga su dinero, tiempo y esfuerzo para desarrollar un producto o forma de hacer algo innovador”.
Emprender un negocio es, sin quizá, una de las tareas más importantes para cualquier ser humano, independientemente de que tenga o no los recursos para hacer la inversión. La incertidumbre siempre forma parte del panorama, aunque tengamos todos los cabos atados respecto a las proyecciones del negocio. Los imprevistos son una realidad.
Hay quienes ahogados en un mar de ignorancia afirman que los empresarios son unos desgraciados, explotadores, abusadores y que no tienen perdón de Dios. Nada más alejado de la realidad. Posiblemente quienes hablan así tienen un empleo en una empresa, son empresarios informales o quizá les gustaría convertirse en empresarios, aunque parezca paradójico. ¿Y por qué quieren ser empresarios? Porque les gusta vivir bien. Sin embargo, el éxito no cae del cielo ni se compra en una tienda, pero tampoco está en las teorías empresariales. La acción, que siempre tiene sus riesgos, es la que dará frutos,
Los ciudadanos comunes, por decirlo de alguna manera, pagan impuestos a través del consumo de bienes y servicios. Los empresarios, que también son ciudadanos comunes con una responsabilidad distinta, también pagan impuestos. ¿La diferencia? Que además de pagar tributos por el consumo, también lo hacen por sus ingresos, beneficios, seguridad social y contribuyen con el ahorro nacional a través de los fondos de pensiones, pues por cada 10 pesos que llega a la cuenta de capitalización individual de los empleados, alrededor de siete los aporta el empresario.
¿Por qué atacar al que genera empleos, a ese que contribuye con el desarrollo de un tejido social más equitativo, con el que arriesga el capital para producir bienes y ofrecer servicios tan importantes para la sociedad? Y es bueno repetirlo: un empresario no tiene que ser un Dalai Lama o algo por el estilo; si arriesga capital es porque busca una utilidad, pero que a través de la cual suple una necesidad.
¿Se imagina usted si todos anduviéramos descalzos porque nadie se atreve a instalar una fábrica de zapatos por temor a que nadie compre zapatos? El empresario toma el riesgo y confía en que la gente quiera protegerse los pies. Sin embargo, siempre será una decisión del consumidor no sólo protegerse los pies, sino comprar la marca y tipo de zapato que mejor le convenga a su estilo y presupuesto. A esto es lo que llamamos un mercado perfecto, es decir, regido por la ley de la oferta y demanda.
En el caso de República Dominicana, para no salir del solar, es preciso destacar que gracias la visión de grandes empresarios hemos podido desarrollar la industria azucarera, de alcoholes, de zonas francas, hotelera, de transporte, de combustibles, telecomunicaciones, construcción, textil, agroexportadora, entre los que se destaca la del tabaco, cacao, café, banano y de infraestructura pública, entre otras. Pero también es preciso destacar el papel que juegan los supermercados, la banca, restaurantes y comunicaciones en la generación de empleos. En todas estas actividades ha sido necesaria la intervención de los empresarios, los cuales, a pesar del riesgo que implica invertir capital, también ven oportunidades de negocios con la contribución al desarrollo social y económico del país.
Sólo póngase en el lugar de un emprendedor que inicia su negocio desde cero. ¿Usted ha intentado poner una paletera? ¿Ha sentido incertidumbre respecto a la llegada de clientes? Ese mismo sentimiento lo tienen quienes invierten millones de pesos o dólares en una gran empresa.
Como se dice popularmente, “bregar con gente es lo más difícil”. Además de gerente, un empresario debe armar un equipo y concatenarlo, conectarlos hacia la búsqueda de un mismo objetivo, a pesar de las diversas personalidades que convergen en un mismo escenario. En definitiva, montar la empresa, crear empleos, pagar impuestos, producir un bien o prestar un servicio; ser un ciudadano responsable con su entorno y contribuir con el ahorro nacional, además de cargar con el riesgo, son variables que hacen del empresario un ente a tomar en cuenta en cualquier sociedad.
A lo que sí debemos apostar, pero debe ser en todos los niveles, es tener un mercado que transite sobre la transparencia. No importa si usted es un micro, pequeño, mediano o gran empresario; lo ideal es que esté comprometido con una sociedad más justa, en la que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades de ser parte del desarrollo.