[dropcap]A[/dropcap]l momento de emprender un negocio -no importa su tamaño- todo directivo tiene en mente un mismo objetivo: prosperidad. Sin embargo, para que un negocio pueda alcanzar dicha prosperidad, deben intervenir varios factores, pero ninguno tan vital como lo es la comunicación.
La palabra comunicación, en general, se refiere al acto de transmitir un mensaje, de manifestar una idea y de hacer a otro participe. Asimismo, en el ambiente empresarial, la comunicación supone la integración, la participación de uno o más miembros de la empresa destinados a un mismo objetivo.
Una comunicación empresarial efectiva se da cuando los directivos entienden que en la empresa debe existir un ambiente de inclusión, no de exclusión. Es decir, se debe comunicar abiertamente a todos los miembros sobre los objetivos, necesidades, carencias y logros de la empresa, sin importar la jerarquía. Un ambiente empresarial abierto a la comunicación genera en los empleados un espíritu de compromiso y, además, crea un ambiente positivo y destinado a la cooperación.
Para generar un espíritu de compromiso y cooperación en la empresa, antes que todo, el empleado debe sentir que es parte importante de la organización. Es imprescindible recordar en este punto las palabras del gran Frederick W. Taylor en su obra Principios de la Administración Científica, en la que manifiesta claramente que entre el obrero y el líder debe existir una coincidencia de intereses, y en la que insiste en que la prosperidad del empresario no es posible a largo plazo, a menos que vaya acompañada por la prosperidad del empleado. Entre el empleado y el directivo debe existir un mismo objetivo que, comúnmente, supone una motivación económica.
Un directivo que desea prosperidad para su empresa entiende que no todos los empleados de una empresa están enfocados en obtener altos salarios; algunos empleados están más interesados en ascender y cumplir metas, y la forma más efectiva para satisfacer esta necesidad es a través de la confianza y el compromiso.
Para que la comunicación sea realmente efectiva se requiere de estos dos elementos mencionados anteriormente. Confiar en los empleados podría ser una tarea incomoda, pero no imposible de lograr. La desconfianza genera un ambiente laboral hostil, haciendo que los empleados se sientan incómodos de desempeñar correctamente sus funciones.
El dar confianza a los empleados no significa que en la empresa no existirá un plan de prevención de pérdidas o algún tipo de monitoreo en los productos o servicios ofrecidos. Lo que se plantea es la posibilidad de un ambiente abierto a la comunicación y al respeto de los empleados.
La desconfianza genera una sensación de limitación. Los empleados no intentarán hacer ningún esfuerzo extra si los directivos no les abren las puertas hacia el desarrollo y si no les hacen sentir respetados y comprometidos con sus roles.
De igual manera, el compromiso de los empleados hacia un objetivo determinado dentro de la organización se logra a través de la responsabilidad que se le otorga al individuo. Los verdaderos líderes se atreven a delegar y a demostrar abiertamente que están dispuestos a ser los precursores del desarrollo de sus empleados.
Es buena estrategia el motivar a los empleados a comunicar sin miedo cualquier idea que consideren puede contribuir a la mejoría de los servicios o productos de la empresa y a que, además, conozcan otras áreas que sean de su interés; esto abre las puertas a la prosperidad tanto para el empleado como para el directivo.
Por ejemplo, si un empleado tiene la oportunidad de aprender otras funciones, le puede evitar a los directivos la contrata de un nuevo empleado al que, eventualmente, tendrá que capacitar. Un nuevo empleado siempre implica un costo y, además, tiempo. Sin embargo, las capacitaciones rutinarias y las designaciones de tareas específicas aportan a los empleados las herramientas necesarias para conocer mejor la empresa y proveer mejores servicios.
Cuando un empleado está a cargo de desarrollar una tarea específica se compromete con esta y piensa que es su nombre detrás de esa función. Es decir, la tarea a desarrollar se convierte en persona con nombre y apellido. En cuanto a la prosperidad del empleado, esta se orienta hacia el ascenso, la mejoría de sueldo y, por supuesto, la realización de objetivos profesionales.
Promover la comunicación dentro de la empresa tiene sus ventajas. Además de generar información esencial para la empresa, la comunicación también es una herramienta de motivación, de resolución de conflictos, de ayuda a la diversidad empresarial, la cual estimula favorablemente la creación de excelentes equipos de trabajo.
La prosperidad de una empresa, definitivamente, va acompañada por una buena comunicación, ya sea para informar a los clientes de un nuevo producto o servicio, como para mantener un buen funcionamiento organizacional. De la forma en que su empresa se comunica con sus empleados y clientes, puede ser la diferencia entre un negocio solido y un negocio en camino hacia la ruina. Como dice el dicho: “hablando la gente se entiende”. Si su empresa no es próspera, considere explorar la forma en que se está comunicando.