[dropcap]D[/dropcap]esde que China irrumpió en la economía mundial, los mercados de commodities y de deuda no han sido los mismos. Con una economía recalentada, creciendo a tasas de 10% anual durante los últimos 25 años, este gigante asiático se convirtió en un serio demandante de materias primas y en un ofertante de bienes finales que transformó la forma en que operaban los mercados.
La movilización de capitales hacia China constituyó un elemento adicional que convirtió a esa nación en un peligro en términos comerciales, tanto para la Unión Europea como para Estados Unidos.
Es así que la economía de China de repente se convirtió en una de las más competitivas del mundo y el pánico empezó a cundir. Pasó de tener un peso específico en la economía mundial de un 2% en 1980, a representar cerca de un 11%, mientras que EEUU, Japón y Unión Europea mostraban tendencias contrarias.
Los ojos del mundo empresarial se colocaron sobre el gigante asiático y los países comenzaron a inundarse de mercancías “Made In China”. Las exportaciones crecieron de manera importante así como las ganancias de los inversionistas.
En efecto, la participación de las exportaciones chinas con relación a las exportaciones mundiales pasó de un 2.5% en 1993 a un impresionante 9% en 2007 (Bustelo, s/f). Esto, obviamente, implicaba ganancias extraordinarias para los capitales chinos, lo que desembocó en una expansión del mercado de valores chino y su internacionalización tanto como inversión extranjera directa en determinados países, como a partir de su inserción en diferentes bolsas mundiales con la adquisición de títulos valores de alto poder.
De esta manera, el desempeño de esta economía pasó a ser esencial para el resto de los países, pues genera un proceso de contagio cada vez que se calienta o se desacelera. Es por ello que las últimas medidas de política monetaria del Banco Central de China (BCCH) tienen desconcertadas a las autoridades de los bancos centrales de los países con los cuales esta compite, y ha creado gran preocupación en las bolsas de valores.
Hace un par de semanas China devaluó su moneda para estimular a sus exportadores, pero esto complicó la situación de los exportadores e importadores. Más cerca aún, este pasado martes el BCCH recortó las tasas de interés como una media destinada a calmar los mercados financieros. El resumen de todo es que debemos acostumbrarnos a que cuando a la economía china le da gripe, esperemos una neumonía para el resto de la economía mundial.