Durante los últimos años, la población mundial viene notando que los inviernos son cada vez más fríos y los veranos más calurosos; por igual, las sequías son más prolongadas y las tormentas e inundaciones son más peligrosas y devastadoras.
De la misma manera, se están derritiendo los glaciares, los bosques se están degradando, en tanto los ecosistemas sufren cambios que antes eran inimaginables. Pero nada de esto es casual, pues desde la primera revolución industrial la atmósfera ha estado siendo bombardeada por gases de efecto invernadero, originándose lo que se ha denominado como cambio climático y calentamiento global.
Es decir, el planeta tierra ha venido calentándose a una velocidad pasmosa, y todo por las emisiones de gases de efecto invernado que trae consigo la utilización de combustibles fósiles para fines de producción, electrificación, transporte, calefacción, entre otros. De hecho, se estima que de aquí al 2100, la temperatura podrá subir hasta 4 grados centígrados, si es que no se toman acciones para revertir este fenómeno, lo que hará invivible determinadas regiones de la tierra.
Hambrunas, pérdidas de empleos y desaparición de especies animales son algunas de las más evidentes consecuencias que tiene el calentamiento global. En el mismo sentido, se afirma que millones de personas mueren anualmente debido a este fenómeno, sobre todo por los problemas de respiración que tienen por el aumento de la polución y, obviamente, por el calor extremo.
Organizaciones como las Naciones Unidas vienen alertando desde hace tiempo sobre la necesidad de que todos los países que habitan el planeta, realicen esfuerzos individuales y acciones conjuntas para luchar seriamente contra el cambio climático.
En ese contexto, acciones como la creación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, así como el Acuerdo de París, constituyen las dos grandes iniciativas que buscan “estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero, a un nivel que impida interferencias antropógenas (inducidas por el hombre) peligrosas en el sistema climático”.
Adicionalmente, estos mecanismos institucionales insisten en que “ese nivel debería alcanzarse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible”.
Una solución que es socorrida como fórmula de enfrentar el cambio climático, es con la generación de empleos verdes, es decir, puestos de trabajo que sean amigables al medio ambiente y los recursos naturales, creados a partir de la operación de empresas verdes, sobre todo en un escenario de economía sostenible.
El problema global es que existe poca conciencia sobre esta temática, y se piensa que solo los Estados tienen la obligación de enfrentarlo. Se necesitan más personas con más conocimiento de lo que implica el cambio climático y el calentamiento global.