El parque vehicular dominicano se pone viejo. Un 70% tiene más de diez años y el tiempo no se detiene. Es un tema del que poco se habla, pero que afecta todos sin distinción. Posiblemente más de lo que podría imaginarse. La contaminación del aire es, sin quizá, el principal riesgo al que se someten los ciudadanos por este proceso lógico de envejecimiento de los carros que transitan por nuestras calles.
Sin embargo, también están los peligros por accidentes por unidades destartaladas, con instalaciones de gas mal hechas, en lo que compete al transporte público, y los tediosos congestionamiento por averías.
Un parque vehicular envejecido le quita competitividad a la economía, genera contaminación por aceites, grasas y humo, así como por el desgaste de repuestos que, por su misma condición de viejo, tienen un tiempo útil más corto. Y hay algo peor: coloca al país en la lista de países que incumplen sus compromisos medioambientales asumidos ante los organismos y foros internacionales.
En nuestro país tenemos, en adición a la Ley 64-00 de Medio Ambiente y Recursos Naturales, otras normas jurídicas que buscan proteger el entorno en el que convivimos y hacemos vida económica. Es de orden destacar el Plan Estratégico Institucional 2021-2024, firmado por el ministro Orlando Jorge Mera, en lo que respecta la calidad del aire. Aquí hay datos que por sí solos deberían ser motivo de ocupación de todos los dominicanos, pero muy especialmente de quienes tienen la obligación institucional de tomar decisiones.
Se establece que los principales contaminantes son el monóxido de carbono, los gases orgánicos totales y las partículas, especialmente PM10 (entre 2.5 y 10 micrómetros), de las cuales se emiten anualmente alrededor de 19,616 toneladas en República Dominicana. De hecho, representan un 34.8% del total de las emisiones contaminantes del aire en nuestro país, siendo las poblaciones de la capital y Santiago las más afectadas.
El Ministerio de Medio Ambiente deja ver un dato de manera clara: Las fuentes móviles representan más del 70% de las emisiones de toda República Dominicana, lo cual está relacionado con el aumento constante del número de vehículos en circulación, especialmente en las zonas urbanas. Ya podría hacerse un simple ejercicio para determinar que con un parque vehicular cada vez más viejo, y por ende más contaminante, cuál sería su aporte en este problema ambiental.
Para quienes gustan de las estadísticas, entre 2010 y 2020 el parque vehicular pasó de 2.7 millones a 4.8 millones de unidades, es decir, un crecimiento absoluto de 2.1 millones, lo que equivale a un 77.1% en una década. Sin embargo, este crecimiento está sustentado, principalmente, por vehículos usados que al poco tiempo se vuelven chatarras porque llegan viejos al mercado y por el uso continuo sin mantenimiento que es característico en este segmento.
A lo que podemos aspirar como sociedad, partiendo de un Estado responsable de asumir las políticas de protección ambiental como un tema vital para la salud y la economía, es que no se permita que nuestro parque vehicular siga llenándose de chatarras. Es necesario incentivar el ingreso de unidades en mejor estado, nuevas y con nuevas tecnologías más amigables con el medio ambiente. Los incentivos tributarios y financieros también son opciones que deberían explorarse.