He sido partidario, y como tal lo he externado públicamente, que diversas instituciones estatales, independientemente de su rol particular, deben articular acciones e implementar capítulos para mercadear, publicitar y promocionar el producto audiovisual llamado “Cine”, que desde el año 2010 producimos de manera sistemática. Ese nuevo producto de la infraestructura empresarial dominicana debe ser colocado de manera preferente en los mercados internacionales.
Diversas razones exigen que realicemos un sostenido esfuerzo institucional para lograr tan auspiciosa posibilidad. En primer lugar, por los recursos en dólares o euros que podríamos obtener para inyectar a nuestra precaria economía. En segundo lugar, con nuestro cine circulando por el mundo vendemos con más facilidad las bondades turísticas, agroindustriales y bionaturales que poseemos; y en tercer lugar, esos recursos internacionales ayudarían a costear otras películas con mayor calidad estética y técnica que las que actualmente producimos.
En estos momentos nuestro cine, sus cineastas, sus productores, necesitan armonizar sus inquietudes con todos los sectores fundamentales de la sociedad dominicana, sobre todo con aquellos que mueven recursos humanos y capitales de manera constante. En esos renglones, la industria turística dominicana es clave, dado su dinámico y sólido comportamiento junto al sector telecomunicaciones en la economía nacional.
Esa armonía interna nos facilitará de manera paulatina acercarnos a los mercados internacionales, donde nuestro producto audiovisual (películas largo metrajes de ficción, especiales de televisión y documentales) puedan ser exhibidas periódicamente, obteniendo beneficios en monedas fuertes (dólares – euros), que en gran medida impactarían, de manera positiva nuestro sistema económico.
Bajo esta atractiva metodología de trabajo cuenta mucho la voluntad política del Ministerio de Turismo, el de Relaciones Exteriores, el Centro de Exportación e Inversión de República Dominicana (CEI-RD) y Claro, la coordinación gerencial de la Dirección General de Cine, y el Ministerio de Cultura. Esa labor conjunta daría incalculables beneficios al cine nacional, al turismo y al país en sentido general.
¿Dada esa necesidad, cabría preguntarnos: hasta qué punto estarían los funcionarios de esas dependencias estatales dispuestos a deponer actitudes ejecutivas para obtener un objetivo común?
Conocemos de los egos entre funcionarios, pero una propuesta de esta magnitud en pleno proceso de desarrollo de la nación estaría por encima de sus intereses particulares. De todas formas, habría que ver qué tan flexible estaría su disposición gerencial para entender que tan valioso para la cultura, la economía, el Turismo y el país, sería desarrollar ampliamente una alianza de trabajo con estas características.
En esas mismas dependencias estatales interactúan empresas y grupos privados que podrían poner a disposición de nuestro cine y nuestros cineastas, relaciones nacionales e internacionales, así como infraestructuras que respaldarían de manera operativa y financiera, la producción de nuestras obras audiovisuales. De igual manera, gestionarían su colocación comercial y proyección en espacios internacionales con economías de alta fortaleza financiera.
La experiencia turística nacional, la del Ministerio de Relaciones Exteriores y la del Centro de Exportación e Inversión de República Dominicana (CEI-RD), son claves en estos momentos para la industria cinematográfica dominicana. Es una realidad institucional que el Ministerio de Cultura y la Dirección General de Cine (DGCine) deben entender y aprovechar.
El sector turístico nuestro, con más de cincuenta (50) años de actividad institucional, tanto público como privado, y los más de cien (100) años del Ministerio de Relaciones Exteriores (fundado en fecha 04 de abril de 1874), darían al cine nacional inmensos beneficios logísticos y económicos. Esa experiencia unida a la voluntad expansiva de los ejecutivos de la Dirección General de Cine y del Ministerio de Cultura, establecerían una alianza estratégica de amplios y sólidos beneficios para los tres renglones (Cultura, Economía, Turismo) anteriormente señalados, y en consecuencia, para toda la nación.
El Ministerio de Cultura y la Dirección General de Cine serían los máximos responsables de motivar un acuerdo de esa naturaleza. Ellos, como garantes principales del desarrollo de la industria cinematográfica nacional, deben siempre buscar las vías que así lo articulen, tanto dentro del sector estatal como en el privado. En ese sentido, lo práctico en este caso es que ambas instituciones armonicen criterios mediante los cuales puedan ofertar al Ministerio de Turismo, y al de Relaciones Exteriores, una propuesta que favorezca de manera conjunta sus actividades regulares y extraordinarias.
En un primer momento entiendo que el Ministerio de Relaciones Exteriores y el de Turismo tienen que empoderarse de la intimidad legal y económica de la ley (108-10) nacional para el fomento de la industria cinematográfica. Luego de esa etapa, todo el equipo humano de ambas dependencias debe conocer a cabalidad las particularidades creativas y técnicas de las películas que hasta el momento ha auspiciado la aplicación de la ley (2010-2020), y aquellas que aún en fase de preproducción, puedan ser realizadas en el futuro inmediato.
Corresponde al Ministerio de Cultura y a la Dirección General de Cine, crear las condiciones pedagógicas para que los ejecutivos, técnicos y empleados de Turismo y Relaciones Exteriores, se empoderen de los aspectos fundamentales de la ley y las películas, poniéndolas a disposición de sus habituales estructuras funcionales. Ese intercambio de experiencias permitirá a uno y otro lado de cada sector estatal, conferirle a nuestra cultura, nuestro Turismo y nuestra economía, una extensa fortaleza gerencial ante los mercados internacionales.
La industria cinematográfica dominicana, como la industria audiovisual de cualquier país hermano, necesita armonizar criterios institucionales con todas las dependencias estatales y con un amplio grupo de empresas privadas. Ese ha sido y continuará siendo nuestra máxima preocupación dentro y fuera de este texto, porque de esa alianza se fortalecerían los proyectos cinematográficos actuales y futuros.
La producción cinematográfica es tan variada y diversa que puede necesitar de uno u otro renglón en cualquier momento para realizar una película. Resulta conveniente tener adelantada esa gestión institucional y personal que facilitaría llevar a cabo rodajes con suma facilidad y apreciada calidad estética.
Ese entendimiento fundamental entre cineastas, sectores estatales y privados con la industria cinematográfica del país, debe auspiciarlo la Dirección General de Cine y el Ministerio de Cultura. Para eso, y otras funciones, aparecen en la ley las responsabilidades ejecutivas del Consejo Intersectorial para la Promoción de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana (CIPAC, Capítulo III de la Ley), (art. 12) y de la Comisión consultiva cinematográfica (artículo 15 de la referida ley), cuya labor hasta el momento (2010-2020) ha dejado mucho que desear. Cito los artículos que hacen referencia cardinal a las funciones de los organismos señalados.
Cito:
Artículo 12.- Creación del Consejo. Se crea el Consejo Intersectorial para la Promoción de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana (CIPAC), el cual funciona como órgano superior de la Dirección General de Cine (DGCINE). Artículo 13.- Composición del CIPAC. (Modificado Por la Ley No. 257-10 de fecha 18 de noviembre de 2010, G.O. No. 10596 del 18 de noviembre de 2010).
Artículo 15.- (Modificado por la Ley No. 257-10 de fecha 18 de noviembre de 2010, G.O. No. 10596 del 30 de noviembre de 2010). El CIPAC, la DGCINE y el Ministerio de Cultura serán asesorados en materia cinematográfica por un órgano consultivo que tendrá como objetivo principal la promoción de políticas de desarrollo de la actividad cinematográfica nacional y de la inversión extranjera en el sector. Este órgano se denominará Comisión Consultiva de Cinematografía y estará integrada por un máximo de doce (12) miembros, los cuales serán designados por el Poder Ejecutivo por un período de cuatro años. Párrafo: los miembros de la Comisión serán profesionales y empresarios relacionados con el sector cinematográfico y ejercerán sus funciones de forma honorífica.
Los cineastas como tales son seres humanos que siempre están pensando en la producción de su próxima película. Resulta difícil para ellos y la asociación que los agrupa, convocar uno o varios encuentros con tantos entes activos de instituciones públicas y privadas para atender casos como estos.
Además, lo favorable es que sean el Ministerio de Estado de Cultura y la Dirección General de Cine (DGCine) quienes motiven y lleven a cabo estas jornadas de entendimiento horizontal, pues ellas son las instituciones responsables de implementar posteriormente un registro de las facilidades logísticas que cada institución y los funcionarios que las representan, acuerden, para poner a disposición de nuestro cine y nuestros cineastas.
Ese registro industrial y empresarial debe ser modificado y actualizado todos los años, de modo que producciones internacionales y nacionales, puedan recibir un servicio eficiente de la Dirección General de Cine para materializar sus proyectos a partir de esas facilidades.
Estos encuentros institucionales deben empezar cuanto antes, pues la industria cinematográfica dominicana no debe cumplir quince (15) años de edad, con relaciones tan necesarias bajo el criterio de la improvisación, o por relaciones circunstanciales de los productores, o que las mismas se llevan a cabo por gestiones del director de una película con las instituciones, empresas o ejecutivos de las cuales requieran su apoyo.
Si decidimos que nuestras películas deben ser vendidas y exhibidas en los mercados internacionales, debemos estar preparados para que esos sistemas empresariales, económicos y burocráticos, conozcan la evolución estética de nuestro producto audiovisual y lo categoricen como un renglón de sólidas condiciones gerenciales, creativas y técnicas, capaz de presentar credenciales junto a las cinematografías del continente y el mundo.
Una de las tendencias que en los últimos diez (10) años cobra amplio interés comercial y promocional en las estrategias de desarrollo de diversos países en el mundo, es la implementación del concepto “Turismo Cinematográfico”.
Nuestro cine necesita el turismo y efectivamente la industria sin chimeneas requiere del cine esa labor promocional que cada vez más convence seres humanos en el mundo atraídos por locaciones, historias y personajes que han quedado grabados en su subconsciente tras la exhibición de una película en la sala oscura, o en las estaciones de televisión. Además del turismo de sol y playa que hasta el momento hemos vendido al mundo, creo que debemos aprovechar la favorable plataforma que nos facilita la industria cinematográfica para diseñar e implementar desde nuestros particulares criterios, ese renglón tan importante en estos momentos, cuyos aspectos metodológicos cobran cada vez más incidencia:
Turismo cinematográfico
La clave está en que el Ministerio de Cultura, el de Turismo, el de Relaciones Exteriores, la Dirección General de Cine y otros organismos del Estado Dominicano, hombro con hombro, establezcan los criterios de un gran y operativo acuerdo de trabajo para conseguir llevar a cabo en el menor tiempo posible esta tendencia mundial que a todas luces garantiza ser favorable al desarrollo sostenido de la nación.
Esa sabia decisión que en este momento requiere el cine nacional, debe encontrar en armonía laboral e institucional, nuestros principales activos culturales, turísticos e industriales.