He visitado Cuba en dos ocasiones. Sin lugar a dudas es un país hermoso, cargado de historia y luchas; con gente inteligente, laboriosa y con ganas de salir adelante. Pude palpar su realidad como turista sin dejar de lado el ojo crítico que posee todo periodista. Sus calles parecen un museo rodante: el tiempo se detuvo en las décadas de los años 40 y 50. Sus edificios coloniales, con excepción de los escasos que han sido sometidos a remodelación, parecen desmoronarse. Sin embargo, su belleza es extraordinaria.
Pero hay otra realidad que no puede soslayarse: Cuba lleva 62 años bajo un régimen que en nombre de la revolución derrocó a un presidente también dictador (Fulgencio Batista/1952-1959). Es bueno destacar que Batista también llegó tras derrocar a Carlos Prío Socarrás (1948-52), un jefe de Estado que tenía muy buenos vínculos con Estados Unidos y que durante su gestión hubo cierto florecimiento de la economía cubana, lo cual también siguió con Batista.
Durante los últimos 60 años la economía cubana ha transitado entre altas y bajas, primero bajo las sombras de la gran sombrilla que representó la Unión Soviética. Sin este apoyo, por más que se quiera hablar de la resistencia al bloqueo de Estados Unidos, el gobierno de Fidel Castro le hubiera sido más difícil resistir.
Es bueno recordar que a principios de los 90 se inició el Período Especial, caracterizado por una gran crisis económica provocada tras la caída del bloque soviético. Ahora, con una gestión caracterizada por la testarudez política y estratégica, porque sus defensores no quieren entender que los tiempos son diametralmente diferentes, vemos que Cuba vuelve a estar en crisis. Sus problemas económicos se han traducido en inestabilidad social por el descontento que hay en la población tras el fracaso de la gestión de Miguel Díaz Canel en el manejo de la pandemia. Además, hay escasez de todo.
Para colmo, en los últimos ocho días “han muerto” cinco generales. Armando Choy Rodríguez, Rubén Martínez Puente, Manuel Eduardo Lastres Pacheco, Agustín Peña Porres y Marcelo Verdecia Perdomo murieron en circunstancias que aún no han sido del todo aclaradas o informadas de manera transparente por las autoridades. Sin embargo, cualquier cosa que surja habrá de ser ubicada dentro de las especulaciones. Estas muertes, además, se producen cuando recientemente hubo protestas en gran parte del país pidiendo libertad.
Los famosos y emblemáticos cantantes cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés también se han sumado a las voces de que piden el cese de la represión contra la población que protesta pidiendo mayores niveles de libertad.
A todas luces, luego de analizar una serie de hechos, surgen algunas preguntas: ¿Está en crisis el gobierno cubano? ¿Descubrieron algún complot o plan para provocar un cambio político en Cuba? ¿Por qué y en qué circunstancias murieron estos cuatro generales? ¿Provocarán estos hechos una cadena de descontento entre la población y en algunos mandos altos del régimen que pudieran generar un cambio de gobierno? ¿Puede sostener el Gobierno que su sistema respeta los derechos humanos y políticos de los ciudadanos? Cuba es ella y sus circunstancias económicas y políticas.