Desde el estallido de la crisis financiera en 2008, la política monetaria ha venido jugando un papel estelar en la promoción del empleo y el crecimiento económico. Ese experimento de aplicar una política monetaria expansiva y poco convencional tuvo su epicentro en los Estados Unidos y en Europa ante la ausencia de una política fiscal expansiva debido a los cánticos de sirena de aquellos hacedores de políticas públicas que afirmaban de manera categórica que: una fuerte expansión del gasto público iba a generar una espiral inflacionaria y un aumento desbordante de la deuda pública. Pero obviando un componente esencial en el aumento del nivel de precios: la velocidad del dinero.
Sin embargo, había que actuar de una manera rápida y coordinada, para evitar una depresión económica similar a la ocurrida en 1929. Y, es por esta razón, que los bancos centrales en casi todo el mundo se abocaron a una política monetaria poco convencional denominada alivio cuantitativo o quantitative easing, como se conoce en inglés. Este instrumento de política monetaria permite a los bancos centrales adquirir seguridades y otros tipos de instrumentos financieros en el mercado abierto para de esta forma aumentar la oferta monetaria para estimular el crédito y la inversión. Una vez los bancos centrales adquieren estos instrumentos, les permite disminuir los tipos de interés subastando títulos de renta fija, que a su vez impulsa el incremento de los estados de situación de los bancos centrales.
Con la adopción de esta política monetaria poco convencional, la economía global pudo evadir el colapso total ante la ausencia como dijimos al inicio de una política fiscal expansiva. Una vez la economía global inició un proceso de recuperación económica, los principales bancos centrales del mundo iniciaron un proceso de recogida de esos títulos para disminuir el balance de sus estados de situación, lo que trajo consigo un aumento gradual de los tipos de interés para colocarle un freno a la recuperación económica que iba en marcha. En el caso especifico de los Estados Unidos el proceso de recogida iniciado por la Reserva Federal ocurrió en 2013, es decir 5 años después de la primera ronda de alivio cuantitativo o quantitative easing.
La República Dominicana no estuvo ajena a este proceso. Las autoridades del Banco Central de la República Dominicana (BCRD) jugaron un rol estelar en evitar una fuerte contracción económica en el año 2009. Por tal razón, se valieron de este instrumento de política monetaria para inyectarle liquidez a la economía canalizando recursos para los sectores productivos y el consumo, lo que sirvió como aleccionador para mantener estable la demanda agregada, y por ende a la actividad económica. Una vez se logró ese objetivo de mantener el crecimiento económico sostenido, el Banco Central inició una política monetaria más restrictiva con el aumento de las tasas de política monetaria.
Cuando la pandemia del COVID-19 tocó las puertas de la economía mundial el año pasado, una vez más, los bancos centrales utilizaron este instrumento de política monetaria para evitar otra Gran Depresión. Sin embargo, esta vez los Gobiernos centrales actuaron de una manera más firme en cuanto a la política fiscal se refiere, otorgando grandes paquetes de estímulo para estimular el consumo, y, por consiguiente, la demanda agregada. El Banco Central de la República Dominicana (BCRD), no fue la excepción a la regla, y a través de sus operaciones de mercado abierto dispuso de RD$ 215,000 millones para ser canalizados a los sectores productivos y al consumo, y redujo su tasa de política monetaria de referencia a un 3%. Esa adopción de una política monetaria expansiva evitó un colapso más pronunciado de la economía dominicana, la cual se contrajo un 6.7% en el 2020.
Debido a esta actuación tipo paloma que hasta este momento mantuvo el Banco Central de tipos de interés bajos, con el objetivo de disminuir el desempleo y estimular el crecimiento económico, la economía dominicana ha logrado tener una recuperación económica sorprendente en este 2021. De acuerdo con cifras ofrecidas por el Banco Central, entre enero-septiembre de 2021, la economía ha crecido un 12.7% en términos reales si comparamos igual período del año 2020. De acuerdo con el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), el 95% del crecimiento que ha experimentado la inversión este año ha sido estimulado por la inversión privada. Por otra parte, de acuerdo con la Tesorería de la Seguridad Social (TSS), en febrero de 2020 el país contaba 2,122,117 trabajadores formales y para octubre de 2021 prácticamente se ha recuperado el empleo formal que se perdió durante la pandemia para un total de 2, 122, 552 trabajadores. Vale la pena destacar que el empleo formal en el sector privado ha sido el catalizador de este fenómeno, ya que el empleo en el sector público ha disminuido en cerca de 22 mil empleos desde febrero de 2020.
En pocas palabras, el crecimiento económico que ha experimentado la República Dominicana ha sido guiado por el sector privado, acompañado del sector externo, específicamente por el aumento récord de las exportaciones y las remesas. Sin embargo, si comparamos el crecimiento económico con el mismo período de 2019, la economía dominicana solo se ha expandido un 3.6% en términos reales. Lo que representa una tasa de crecimiento inferior a la tasa de crecimiento natural de la economía dominicana que gira en torno a un 5%. Esto tiene una explicación sencilla: una fuerte contracción del gasto público por parte del Gobierno central y una baja ejecución presupuestaria en el gasto de capital. De acuerdo con estimaciones realizadas por el Ministerio de Economía, el déficit fiscal podría cerrar el año 2021 en torno al 2% del PIB, una reducción muy significativa si comparamos con el año 2020 donde el déficit fiscal cerró en un 7.9% del PIB.
En cuanto a la baja ejecución presupuestaria en el gasto de capital por parte del Gobierno central, según cifras ofrecidas por la Dirección General de Presupuesto (Digepres), al cierre de la semana del 19 de noviembre, el total devengado por concepto de gasto de capital en lo que va de año es de RD$68,005.4 millones de los RD$123,518 millones presupuestados originalmente para este año. Esto da como resultado que la ejecución presupuestaria por concepto de gasto de capital por parte del Gobierno Central es de apenas un 55% en lo que va de año.
Como podemos apreciar, la economía dominicana no ha sufrido un sobrecalentamiento, porque ni siquiera está creciendo a su tasa natural de crecimiento si comparamos con el año 2019, porque la timidez mostrada por el Gobierno central en la ejecución del gasto de capital, específicamente. Históricamente el gasto de capital por parte del Gobierno central ha sido uno de los principales catalizadores del crecimiento de la actividad económica en el país por el efecto multiplicador que posee.
Dado este escenario descrito anteriormente, la pregunta del millón de dólares que nos hacemos es la siguiente: ¿Por qué el Banco Central decidió aumentar su tasa de política monetaria? Si el nubarrón inflacionario que se cierne sobre la economía dominicana y el mundo no es intrínsicamente monetario, sino más bien estructural, debido a las disrupciones y cuellos de botella en las cadenas de suministro a nivel mundial.
No existe un sobrecalentamiento de la economía como explicamos anteriormente. Y, como hemos visto a lo largo de este año el sector privado ha sido el catalizador del crecimiento económico, aunque se trate de un efecto rebote o no, un aumento de tasas es una medida extemporánea, ya que esto traería como consecuencia un efecto de desplazamiento o crowding out effect, como se conoce en inglés, de la economía dominicana.
El efecto de desplazamiento o crowding out effect, ocurre cuando un incremento en las tasas de interés induce a una reducción de la inversión privada, lo que de cierta forma amortigua el aumento inicial del gasto total de inversión en la economía. Por tal razón, este aumento de tasas por parte del Banco Central tendría un efecto devastador para el crecimiento económico debido a que: podría inducir a una ralentización de la inversión privada que ha llevado la voz cantante en lo que va de 2021. A nuestro entender, el Banco Central debe tener como ejes centrales de su política monetaria: el crecimiento económico y el empleo.
Es muy probable que, para el año 2022 el Gobierno central aumente el gasto de capital y haya una mayor ejecución presupuestaria, lo que podría llevar a la economía a crecer por encima de su tasa natural de crecimiento. Y, a partir de ese momento, el Banco Central puede considerar el aumento de tasas. Sin embargo, en la coyuntura actual en la que se encuentra la economía dominicana de no es prudente realizar dicho aumento, porque podría frenar la impresionante recuperación económica que ha tenido el país, que es un ejemplo para la región.