Cada cierto tiempo, y en el caso de República Dominicana con significativa frecuencia, los Estados impulsan el mecanismo de las amnistías fiscales con el propósito de mejorar sus ingresos. El tema está en ver cuál es su efectividad. Lo primero que debe ponerse en contexto es cuáles son los objetivos trazados tras la decisión de aplicar un “perdón tributario” a quienes por alguna razón, justificable o no, han dejado de honrar sus compromisos como contribuyentes.
En este escenario hay dos posibilidades principales: están aquellos que por su condición de informalidad no tributan y, por lo tanto, se justifican justamente en que no están registrados ante la institución. Están los que con conocimiento de causa son formales y han dejado de tributar por cualquier razón. Algunos lo hacen intencionalmente y otros, quizá los más, porque el sistema tributario les resulta pesado, costoso e incómodo. Ya el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES) ha tratado este tema.
Ahora bien, en términos técnicos y sencillos, las amnistías fiscales pueden definirse como oportunidades excepcionales y transitorias que los gobiernos aplican para regularizar bienes no declarados, así como actualizar obligaciones tributarias relativas a uno o más períodos fiscales anteriores. Se aplican, por vía de consecuencia, a cambio de una condonación de una parte del monto original adeudado, ya sea en lo que corresponde a los intereses o sanciones.
En los últimos 20 años República Dominicana ha impulsado al menos cuatro amnistías fiscales, cuyo propósito principal, por supuesto, ha sido el de recaudar. A toda luz, aunque se específica, el enfoque no ha sido formalizar o agregar nuevos contribuyentes, sino lograr que morosos “se pongan al día” en sus compromisos tributarios. Es justamente en lograr que muchos se pongan al día donde surge la gran pregunta. ¿Incentivan las amnistías fiscales la evasión o realmente sirven para fortalecer el sistema tributario?
Tomando en cuenta que República Dominicana lleva un ritmo constante de estos “perdones tributarios”, lo lógico sería pensar que muchos “contribuyentes” podrían esperarlas cada cierto tiempo y así acogerse a esta facilidad que ofrece el Estado. Y surge otra pregunta: ¿Qué piensan los que siempre cumplen con sus obligaciones tributarias? La interrogante podría tener sentido, ya que los que están al día, llueva, truene o venteé, también pudieran ver aquí una oportunidad de saltarse algunas de las responsabilidades ante el fisco.
En este contexto sería bueno ponerse en analizar bajo cuáles condiciones sería factible impulsar estas amnistías fiscales. Las leyes deberían ser más específicas y las autoridades encargadas de aplicarlas, también deberían ser más efectivas en explicar sobre sus alcances reales.