En el año 2021 fuimos testigos de cómo los precios del crudo se dispararon a niveles no vistos desde hace casi una década. Esta alza pronunciada en los precios del crudo, que en el último año ha aumentado en un 48.7%, se debe fundamentalmente a un exceso en la demanda provocado por la reapertura de la economía mundial producto del confinamiento que se aplicó al inicio de la pandemia para tratar de contener la propagación del virus del COVID-19.
De igual manera, la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), que controla cerca del 40% del mercado de crudo mundial redujo de manera significativa la oferta de este tratando de presionar al alza los precios. Otra variable que hizo presencia en la ecuación fue la salida del mercado de muchos productores de esquisto de los Estados Unidos, ya que debido al cierre casi total de la economía mundial, los precios del crudo se desplomaron, y como consecuencia muchos se fueron a la quiebra, porque los costos marginales por barril de estos productores rondan en promedio los US$ 55 el barril, y como todos sabemos los precios llegaron a estar en un momento por debajo de los US$20, específicamente en el Intermedio de Texas, o (WTI, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, a pesar de los desbalances que existen en la oferta y la demanda en el mercado de crudo, las perspectivas a futuro son de que los precios empiecen a descender una vez más, debido a factores estructurales que afectan el mercado. Por ejemplo, el avance tecnológico en la industria en los últimos años ha facilitado la exploración marítima en aguas profundas, la exploración de arenas bituminosas en Canadá, o la fracturación horizontal e hidráulica o fracking que lidera los Estados Unidos.
Estos avances tecnológicos han permitido desmontar el mito del punto medio del petróleo y su proceso agotamiento. Este hecho facilitó la entrada de nuevos jugadores al mercado, y de esa manera para el año 2013, los Estados Unidos se convirtió en el mayor productor de crudo del mundo, lo que presionó a la baja los precios del crudo desde junio del 2014 hasta este año.
Debido al aplanamiento del mercado energético fruto de los avances tecnológicos que experimenta la industria, además del desarrollo de infraestructuras paralelas nos conduzca a una economía de escala, que incidirá de manera significativa en la reducción de los costos marginales por barril, y, por ende, en una reducción de los precios en el mercado internacional. Por otra parte, tenemos la adopción cada vez mayor de energías renovables. Por ejemplo, el Gobierno del Reino Unido, les exigió a los fabricantes de automóviles: que para el año 2030 todo el parque vehicular de ese país debe ser eléctrico. Por lo que a largo plazo podemos pronosticar que los precios del crudo se van a deprimir.
De igual manera, en el corto y mediano plazo, los precios apuntan a una desescalada, ya que países que son grandes consumidores de crudo como los Estados Unidos, China, India, Japón, Corea del Sur y el Reino Unido se comprometieron a liberar barriles de sus reservas estratégicas para compensar la falta de oferta en el mercado. En el caso de los Estados Unidos, este país se comprometió a liberar 50 millones de barriles con ese propósito.
En cuanto a los desequilibrios de la oferta y demanda, podemos pronosticar que la oferta va a aumentar por el lado de la producción, ya que los productores de esquisto iniciarán su entrada al mercado, ya que los precios actuales que rondan los US$70 el barril les va a permitir competir. Este escenario de incremento de la oferta va a presionar los precios a la baja. Por el lado de la demanda, a medida que la actividad económica mundial retome sus niveles previos a la pandemia, el exceso de demanda que impera actualmente en el mercado se disipará, por lo que los precios del crudo van a experimentar un descenso en los próximos meses.
Otro desequilibrio de oferta que puede presionar los precios a la baja es: la sobreoferta de crudo por mantener presencia en el mercado mundial. Este fenómeno tuvo lugar en el pasado reciente cuando en el año 2015, los Estados Unidos y la Unión Europea, aliviaron las sanciones económicas impuestas a la República Islámica de Irán por su programa nuclear. Con la entrada del petróleo iraní al mercado esto causó una sobreoferta que países productores como Arabia Saudita decidieron seguir inundando el mercado con su petróleo para no perder mercado por el petróleo iraní y estadounidense.
Arabia Saudita tiene una ventaja comparativa con relación a otros países productores, y es que su costo marginal por barril es de US$10 por barril. Dado este escenario, los precios llegaron a estar cerca de los US$ 20 el barril entre enero y febrero de 2016. Un escenario similar podría ocurrir en esta ocasión con la entrada al mercado de manera masiva de los productores de esquisto estadounidenses.
En conclusión: debido a la alteración del mercado por el lado de la oferta y demanda, esta ha sido la razón fundamental por la que hemos experimentado precios del crudo entre US$ 70 y US$80 el barril. Por consiguiente, esos precios se encuentran artificialmente altos, ya que las transformaciones que ha experimentado la industria en los últimos años nos indican que los precios bajos del crudo serán la nueva realidad del mercado.