Con 20 años de edad, Mauricio Méndez (nombre ficticio) dio positivo al covid-19 en agosto de 2021. Es jugador de béisbol y estudiante universitario. Sin embargo, las secuelas de esta enfermedad han paralizado su vida.
El coronavirus le ha dejado fatiga, pérdida de memoria y depresión. Sus padres se han enfocado en brindar una solución a este problema, con visitas a especialistas, estudios y tratamientos médicos.
Su madre contó a elDinero que ha estado interno en tres ocasiones. “Tratando de dar con la situación y poder saber qué pasaba, después de tantos procesos estaba muy deprimido, al punto que fue llevado a una psicóloga y tras varias visitas no vimos resultados”.
Pasó a manos de un psiquiatra. Tras varios estudios para descartar enfermedades, se le realizó una prueba de cortisol, la hormona encargada de responder al estrés, combatir las infecciones, mantener la presión arterial, regular el metabolismo, entre otros.
La hormona estaba por debajo de lo normal. “Estaba deprimido, al punto de que no se podía dejar solo”.
“Luego de tanto buscar, encontramos una luz en el camino, empezamos a medicarlo sabiendo lo que estaba pasando. Nos apoyamos en un endocrinólogo y un psiquiatra. Comenzamos a ver poco a poco una mejoría, pero es un proceso muy lento, que ha afectado su en la carrera de la pelota. Todavía no ha podido jugar, así como seguir con sus estudios académicos”.
Como Mauricio hay miles de personas alrededor del mundo quienes, luego de padecer el covid-19, han tenido que cambiar drásticamente su estilo de vida. Ahora, tener un “no detectado” o “negativo” no es suficiente para decir que superó la enfermedad, que aún sigue sorprendiendo a médicos e investigadores.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre un 10% y un 20% de las personas que se recuperan del covid-19 experimenta diversos efectos a medio y largo plazo. Estas consecuencias se le ha denominado como afección posterior al covid-19 o covid persistente.
“El covid me provocó una fuerte neumonía que se reactiva de vez en cuando”, señala Valerie Montalvo, empleada bancaria, quien enfrentó la enfermedad en mayo del 2021. La OMS asegura que las personas con afectación posterior al covid-19 pueden tener dificultades para desenvolverse en la vida cotidiana. “Su afección puede menoscabar su capacidad de realizar actividades, como el trabajo o tareas domésticas”.
Esta interferencia se evidencia con la larga lista de síntomas que tiene el covid persisten: fatiga, disnea (dificultad respiratoria), problemas de memoria, concentración o sueño, tos persistente, dolor torácico, dificultad para hablar, dolores musculares, pérdida del olfato o del gusto, depresión y/o ansiedad. Uno de los retos que se enfrenta con esta afección es que se debe tratar de forma sintomática.
La doctora María del Carmen Guzmán explica que luego del “no detectado” deben visitar a su médico para realizar las pruebas correspondientes y evidenciar si afectó algún órgano.
Guzmán señala que, en algunos casos, deben ser referidos a terapia física para recuperar la capacidad pulmonar y su funcionalidad. Además, hay pacientes que han desarrollado diabetes, hipertensión y asma, luego de “superar” el covid-19.
Montalvo tuvo una experiencia “complicada”. En su familia todos se vieron afectados. “Mi padre fue hospitalizado y en el proceso, contraje el virus. Tuvieron que hospitalizarme. Me sentía horrible: ronchas en el cuerpo, fuerte tos, mucho dolor de cabeza, pecho y garganta, náuseas”.
Su sintomatología, además, incluyó anemia, problemas con la presión y mareos constantes. “La pasé bastante mal, estuve interna por ocho días”.
A pesar de superar la barrera de peligro de la enfermedad, Montalvo aún sufre las consecuencias. Tiene tos leve, “que más nunca se me ha quitado, me sofoco con mayor facilidad y me fatigo si hablo o si camino mucho”. Por un tiempo, también, tuvo un proceso de coagulación.
De acuerdo con Guzmán, los síntomas de covid-19 persistente varían, pero es necesario llevar un estilo de vida saludable. “Pueden llevar su vida cotidiana. En la mayoría de los casos, los síntomas son leves, pero aquellos pacientes que presentan complicaciones deben visitar a su médico y mejorar su estilo de vida”.
Keila Reyna, dirigente política y emprendedora, padeció la enfermedad en junio de 2021, tuvo la variante delta y estuvo hospitalizada por varios días. Aumentó 30 libras por los esteroides suministrados. “El covid-19 me cambió la vida por completo”.
Perdió su cabellera. Recuerda que la caída del pelo parecía de alguien con enfermedad terminal, provocando “varios vacíos”. “Esos son factores que nos han afectado a muchos de nosotros. También, la secuela de la diabetes, descontrol en la presión y mucho cansancio. Hasta para subir una escalera uno se siente sofocado y muy cansado”.
“Luego de 23 días interna con oxígeno, recibiendo todas las atenciones médicas pude volver a mi casa y así seguir semana tras semana un tratamiento médico y chequeos para asegurar que todo marchara bien con medicamentos costosos”, explica.
En el caso de la maestra Gissel Mambrú, quien fue de las primeras dominicanas en padecer la enfermedad, los fuertes dolores de cabeza que dejó la afección le limitaron en su vida cotidiana.
“Me dio covid-19 a finales de julio del 2020. El proceso fue difícil, porque era una enfermedad que tenían poco conocimiento y todo el mundo tenía pánico”, recuerda.
“Cuando venían las personas de Salud Pública vestidas de blanco, era un proceso que uno tenía miedo de que la comunidad se enterara, porque eso era como un repudio hacia las personas que tenían covid”, expresa.
La tos es uno de los síntomas que se toman en cuenta para identificar un caso de covid. “Odio estar siempre tosiendo. Durante, duré casi 2 meses de licencia”, rememora Montalvo.
Sobre los tratamientos, la doctora Guzmán indica que dependerá del cuadro clínico. Montalvo los llevó por un tiempo, pero “ahora mismo ya estoy bajo mi suerte”. El tratamiento poscovid “es muy costoso, no por el precio de los medicamentos, sino por la cantidad de los mismos y la constancia”.
Estudios
Un estudio dirigido por investigadores del Hospital Infantil de Boston, publicado en la revista científica Nature, establece que los anticuerpos que desarrollan las personas cuando contraen el covid-19 pueden provocar, a veces, más inflamación, mientras que los anticuerpos generados por las vacunas contra el covid-19 de ARNm parecen no hacerlo.
“El proceso inflamatorio crónico, donde el cuerpo tiene una respuesta exagerada secundaria a los efectos del covid, tienen síntomas inespecíficos, puede aparecer como daños neurológicos o puede aparecer como un cuadro de distensión abdominal”, argumenta la doctora Guzmán, al señalar que algunos “pacientes pueden desarrollar falla renal”.