[dropcap]A[/dropcap] raíz de la publicación que realicé hace un par de semanas sobre los bajos salarios que se pagan en República Dominicana, particularmente en el segmento juvenil de la población, algunas personas me han preguntado el porqué de esta situación, y qué se puede hacer para resolverla.
Una de las posibles respuestas está en el problema del mercado laboral dominicano, y la rigidez en la creación de empleo. Es decir, no hay tantos puestos de trabajo disponibles para la cantidad de personas que andan buscando empleo; o como diría el vulgo, “no hay cama para tanta gente”.
Otra respuesta viene por el lado de la formación, es decir, de lo que saben hacer los trabajadores en relación a lo que las empresas necesitan que estos sepan. Esto nos conduce a un tema de la universidad y a los contenidos curriculares de las carreras que comúnmente se ofrecen.
Varias preguntas adicionales surgen de esta situación. La primera de ella es si ¿saben las universidades qué quieren y necesitan las empresas en términos de formación de los trabajadores? Muy pocas universidades latinoamericanas tienen los recursos suficientes para invertir en procesos de investigación y determinar las necesidades de mano de obra requerida por los sectores productivos, por lo que la respuesta a la pregunta anterior, desde nuestro punto de vista, es un rotundo no.
Una segunda pregunta va en la dirección de si ¿los contenidos de los programas académicos de las universidades, responden a los perfiles ocupacionales que tienen las empresas? La respuesta aquí resulta algo más compleja, pues las academias están casi siempre orientadas a ofrecer una formación general a sus estudiantes, acompañada de capacitación técnica –en laboratorio, por ejemplo-, cuando la carrera lo requiere.
Por el otro lado, las empresas, sobre todo las Pymes, buscan empleados multitareas, es decir, individuos que tengan la habilidad de realizar varias actividades al mismo tiempo y, sobre todo, que tengan la capacidad de pensar y de adaptarse a los cambios.
Otro elemento es que las empresas van delante en cuanto a los equipos y maquinarias que utilizan en los procesos productivos en relación a los que son utilizados por los centros académicos en la formación, razón por la cual siempre habrá un ligero retraso entre lo que se aprende en las aulas y lo que se aplica en las empresas.
La clave de todo podría estar en poner en práctica mecanismos de vinculación efectivos entre las universidades y los sectores productivos, aunque no creo que esto resuelva el tema de los bajos salarios, que fue el origen de esta disquisición.