Las autoridades monetarias están haciendo todo lo “humanamente posible” para evitar que la inflación escale a los dos dígitos. Se nota en todas las medidas que han venido tomando en los últimos seis meses.
La subida brusca de las tasas de interés, como un mecanismo efectivo para bajarle presión a la economía y, por vía de consecuencia, ralentizar la demanda interna, constituye una muestra fehaciente de que realmente hay preocupación los temibles dos dígitos de la inflación. Ningún gobernador del Banco Central quiere que ese indicador macroeconómico se la vaya de las manos, ya que es una de sus principales responsabilidades.
La gestión de Héctor Valdez Albizu al frente del Banco Central se ha caracterizado por mantener a raya la inflación. De hecho, en sus años como gobernador jamás ha cerrado un año completo con dos dígitos.
Las dos veces que les ha tocado entrar con gobernador del Banco Central (1994 y 2004) lo ha hecho en medio de crisis inflacionarias y, como por arte de magia, los precios comienzan a bajar con su llegada, lo que también le agrega un elemento adicional: confianza.
Ahora bien, y quizá sea la parte desagradable, es que mantener controlada la inflación ha sido con un alto costo. El Banco Central ha aumentado su deuda a más de RD$800,000 millones, ya que ha tenido que acudir a las emisiones de títulos para controlar el medio circulante.
Como se ve, subir la tasa de interés por sí sola no es suficiente para influir en los niveles de precios internos. Ahora, con la crisis internacional, el contexto resulta más retador, pues hay una inflación importada que no hay forma de frenarla. Ni siquiera las economías más desarrolladas del mundo, con una capacidad industrial superior y, además, productoras de petróleo, han podido detener la inflación.
Para nadie es un secreto que en la inflación tiene un componente monetario. La expansión del medio circulante durante todo el 2020 y parte de 2021 significó echar de lado el riesgo de la inflación para garantizar una recuperación económica. Y se logró, pero a qué precio. Hoy los bancos centrales le temen justamente al fantasma que despertaron en 2020 en un contexto de pandemia.
No sabremos si era necesario tirar a la calle tanto dinero para que la gente consumiera. Hay quienes sostienen que pudo haberse hecho con menos. No sólo se trata del caso de República Dominicana, sino que en economías como la estadounidense lo que sucedió fue una verdadera locura de incentivos y subsidios que distorsionaron la economía. Ahora hay que recoger los platos rotos y ver cómo se supera el impacto de la invasión rusa en Ucrania.