Uno de los sectores económicos que mayor capacidad de renovarse y perfeccionarse ha demostrado a través del tiempo ha sido el sector financiero. La industria financiera constantemente se ha mantenido a la vanguardia, mostrando empuje e iniciativa en la incorporación de la tecnología en sus procesos y operaciones. Con la irrupción de estas tecnologías financieras (Fintech), se han producido cambios estructurales que han traído resultados positivos en términos de eficiencia, reducción de costos, transparencia y seguridad.
Ante este dinamismo tecnológico, los reguladores deben mostrarse receptivos a esta ola de cambios. Las autoridades están llamadas a crear un ecosistema por medio del cual estas tecnologías puedan desarrollarse al beneficio de la sociedad. Sin embargo, en muchas ocasiones, cuestiones como la burocracia, trámites y demás, sirven como una especie de freno ante la innovación. La rapidez con la que ocurren estas transformaciones suele superar la capacidad de la administración de otorgar un marco regulatorio que vaya acorde a este nuevo estado de cosas. Resulta fundamental que se creen los incentivos regulatorios que le permitan a las empresas encontrar un entorno donde puedan probar sus nuevas tecnologías con el acompañamiento y supervisión del Estado.
Ya en otros litorales han empezado a implementar estas innovaciones regulatorias con el fin de promover el emprendedurismo tecnológico, creando lo que popularmente se conoce como el “Sandbox Regulatorio”. El Sandbox Regulatorio es un entorno de pruebas y experimentación que le permite a las empresas operar temporalmente en un ambiente controlado y sin reglas claramente delimitadas, permitiéndole a estas probar productos, servicios y soluciones originales con la colaboración y supervisión de las autoridades. La primera experiencia que se tuvo con un Sandbox fue en el Reino Unido, siendo este un programa implementado por la FCA (organismo británico regulador de los mercados) en el 2016. Poco a poco se ha ido esparciendo a otros países, como Dinamarca, Australia, Singapur, y otros.
Contar con un Sandbox Regulatorio ofrece una gran variedad de ventajas. Primeramente, le permite al regulador entender el impacto que una nueva tecnología puede tener en el mercado y los efectos que el marco regulatorio tiene en su desarrollo. Por otro lado, les sirve a las empresas probar su nuevo producto en un espacio donde podrán anticipar dificultades y escollos que pueden existir en su puesta en marcha, como también identificar mejoras y cambios que se le pueden realizar a las regulaciones para que un proyecto sea exitoso. Esto convierte a un Sandbox Regulatorio en un auténtico espacio de colaboración publico-privada, donde cada parte contribuye en el proceso de innovación tecnológica que demandan los consumidores del sistema financiero.
República Dominicana cuenta con el potencial y la infraestructura para convertirse en el hub financiero del Caribe. Pero para poder lograr esto, el dinamismo no solo puede encontrarse en el sector privado. Para que esta estrategia sea provechosa, la iniciativa no puede permanecer únicamente de un lado, siendo el sector público una especie de muralla ante el desarrollo y el progreso. Un marco normativo por el que se cree y se regulen los Sandbox Regulatorios resulta esencial para posicionarnos al frente de la competencia tecnológica y consolidar nuestra posición como un centro financiero regional.