[dropcap]“[/dropcap]Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. La frase del título alberga una gran sabiduría. Proveniente de una cita bíblica del libro del Génesis, condensa la realidad económica que acompaña día a día al género humano: emplear el esfuerzo intelectual y físico a los fines de poder obtener los medios para vivir y prosperar.
Desde el punto de vista de políticas públicas, y del funcionamiento de las instituciones sociales, es importante tener presente este fragmento de sabiduría. A pesar de que tiene carácter axiomático, son muchos a quienes a diario se les olvida que no hay “almuerzos gratis” y que la única forma de vencer el estado natural de pobreza es trabajando y produciendo, que es lo mismo que procurando desarrollo humano.
Desafortunadamente, a pesar de poder tener buenas intenciones, muchos hacedores de políticas en países como el nuestro echan a un lado esta sabiduría, y lo expresan en las políticas públicas que son implementadas.
Para poder diseñar políticas públicas que no obstaculicen los procesos por medio de los cuales las personas emplean sus esfuerzos intelectuales y físicos, es decir, la manera como los ciudadanos “se ganan el pan”, es imprescindible tener en cuenta la naturaleza de dichos procesos. En este sentido, es necesario recordar que los procesos económicos no se realizan en el vacío, sino que son moldeados por las reglas de juego que afectan a los ciudadanos.
En el marco de ese ambiente institucional, sobre el que inciden las políticas públicas, millones de individuos están tomando decisiones en cada momento. La manera como se toman estas decisiones es lo que en economía se denomina en el margen. Esta es la expresión que los economistas emplean para decir que los seres humanos toman decisiones bajo las circunstancias de un momento determinado.
En economía, el análisis que permite entender los procesos de producción de bienes y servicios, de la comercialización de estos, de la contratación de empleados… en resumen, de cómo se ganan la vida las personas, es aquel que se centra en el individuo; y en las circunstancias bajo las que este se desenvuelve. El análisis económico, por su rigurosidad, obliga al pensamiento en el margen.
Un inconveniente con la mayoría de las políticas públicas radica en enfoques que no ponderan los efectos sobre los procesos que llevan a cabo las personas. De igual forma, el enfoque se centra en agregados económicos, en lugar de en el análisis en el margen.
Uno de los principales agregados económicos es el Producto Interno Bruto, cifra que obedece a la metodología que se emplee para su medición y que, por consiguiente, alberga las distorsiones que, voluntaria o involuntariamente, sean incluidas en su diseño. Sin embargo, en esta ocasión ponderamos otras medidas agregadas como lo es el gasto público, y las transferencias que se incluyen como parte de esta variable de control gubernamental.
De igual forma, incluimos dentro de los agregados al crédito artificialmente barato como consecuencia de políticas de tasas bajas, de expansión crediticia o de decisiones de elección de ganadores y perdedores en la economía. También nos referimos a exenciones y exoneraciones fiscales. De igual forma, a márgenes de ganancias establecidos por legislaciones o resoluciones.
Variables de este tipo son fáciles de reconocer, resultan “visibles”. Es posible medir el monto transferido y el “efecto riqueza” sobre quienes son beneficiados.
Sin embargo, es más difícil de percibir el efecto distorsionador que tienen sobre las decisiones en el margen de las personas que se encuentran empleando sus esfuerzos y capacidades en procura de la prosperidad suya y de sus familias.
El análisis que requiere la economía es el de tener en cuenta que el bienestar disminuye con las muchas distorsiones que introducen las políticas detrás de estos agregados que aparentan crear riqueza para algunos. Una explicación es que las políticas de este tipo tienen como resultado que algunos miembros de la sociedad terminan con menos recursos para poder cubrir sus necesidades personales.
La otra explicación es que, porque estas políticas eligen artificialmente a ganadores y a perdedores, los recursos escasos de la economía son empleados de manera menos eficiente. Menos eficiencia implica, desde el punto de vista económico, menor bienestar para la colectividad.
El enfoque en el análisis de agregados no considera que los ganadores y los perdedores de una economía son elegidos a diario por los consumidores. Son ellos quienes premian o castigan a quienes son capaces de satisfacer sus necesidades.
Las políticas públicas enfocadas en agregados económicos tampoco contemplan el proceso de financiamiento de estas políticas. Aunque algunos, cuando se observa los recursos que recibieron, aparenten estar en una posición mejor en términos de ingresos, el resultado a nivel del resto de los individuos no es similar. El elemento que se suele ignorar, por el mero enfoque metodológico que se emplea, es que otros miembros de la sociedad quedaron en peor condición que antes como consecuencia de la política pública. Esa es la parte que no se suele analizar en economía. Se observa el “efecto riqueza” sobre los ganadores, pero no el efecto negativo sobre los perdedores.
Al considerar las variables agregadas a las cuales nos referimos anteriormente, nos damos cuenta de que incluyen como beneficiarios a personas de todos los niveles de ingresos de la economía. No distinguen entre bajos o altos ingresos, ya que miembros de todos los grupos de ingresos de la sociedad son beneficiarios de algún tipo de política de las mencionadas. De igual forma, si se empleara el análisis marginal sería posible percibir que estas políticas introducen distorsiones que terminan afectando a todos los agentes económicos.
Cuando políticas públicas de este tipo se convierten en la norma, caemos en la situación de crear un ambiente institucional que, de forma estructural, introduce distorsiones que son difíciles de salvar por los emprendedores. Son los emprendedores, precisamente, quienes promueven el desarrollo, y ayudan a los demás miembros de la sociedad a “ganar el pan con el sudor de sus frentes”.
El ingenio humano puede encontrar la manera de cómo circunnavegar los problemas a los que se enfrenta. Esto es lo que venimos haciendo históricamente a cada momento. Sin embargo, el ingenio humano puede enfrentar limitaciones. Su límite principal es, precisamente, el conjunto de dificultades que provienen de las políticas públicas que distorsionan la economía.
Conclusión
Si la clave al bienestar material está condensada en una frase milenaria, que es incuestionable por la lógica que entraña, es pertinente permitir que esa sabiduría sea cumplida. Las personas necesitan de un ambiente que les permita desarrollar sus talentos, y poner sus esfuerzos intelectuales y físicos en beneficio de todos. Sin privilegios; sin la elección de ganadores y perdedores de antemano.
Solo con trabajo, en un ambiente de libertad y con principios de respeto por la integridad de los seres humanos, en todos los sentidos, es posible que florezca el bienestar. Esa ha sido la clave histórica del desarrollo humano en los países que han creado un ambiente institucional propicio a la vida y a la prosperidad. Digamos que, en aquellos lugares donde el pensamiento en el margen, enfocado en el individuo, ha sido el fundamento de las políticas públicas.
Son esos países en los cuales las instituciones permiten el empleo, por cada individuo, de sus esfuerzos intelectuales y físicos. En cambio, en aquellos donde las condiciones para poder llevar a cabo cualquier proceso económico están distorsionadas, no es posible hablar de desarrollo sostenible.
Tal vez en los enunciados e intenciones de algunas políticas públicas, pero no en los resultados de largo plazo.