La reciente decisión de la Superintendencia de Electricidad (SIE) de disponer ajustes salariales para todo su personal, incluidos los ya elevados salarios de sus directivos, fue de procedimiento, es decir, no se trató de un privilegio caprichoso, sino de lo que establecen sus normas internas.
Lo mismo podría decirse de los recientes ajustes salariales en la Superintendencia de Bancos (SB), donde se produjeron, incluso, incrementos de ingresos evidentemente exagerados en cuanto a las proporciones porcentuales y montos a determinados funcionarios.
Sin embargo, no es que se trata de acciones ilegales ni de actos de corrupción. No. Lo que pasa es que hay momentos en que la prudencia debe imponerse al derecho, aun cuando se hayan agotado los procesos adecuados.
En tiempos de inflación y ante la imposibilidad del Estado y el sector privado de aumentar los salarios de los trabajadores, lo ideal es que quienes tienen sueldos de lujo, tampoco los ajusten.