La zona fronteriza de República Dominicana enfrenta, desde hace décadas, carencias sociales y económicas que merman sus posibilidades de desarrollo más allá de los conflictos migratorios binacionales.
La identificación de las brechas que deben ser saneadas junto a los tomadores de decisiones locales y comunitarios de las demarcaciones fronterizas es la principal estrategia de la actual administración para elaborar un plan de soluciones que, además de dar frutos, resulte sostenible e inclusivo en el tiempo.
“Hay una determinación política para eso, es decir, hay una directiva muy clara de que tenemos que atender la frontera y tenemos que actuar para que deje de ser (como se ve) desde la capital o desde Santiago, como una raya, como una zona que divide a dos países y no una zona donde vive gente que tiene necesidades y quiere ejercer derecho”, subrayó el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), Pavel Isa Contreras.
Durante un encuentro sostenido con autoridades locales y representantes del sector bananero en Montecristi, el funcionario apuntó a que el involucramiento de los residentes de las comunidades fronterizas en la toma de acciones asegura que sus demandas “van a tener un espacio en la consecución de los planes” de desarrollo.
Aclaró, sin embargo, que esto no ocurrirá de la noche a la mañana, sobre todo por la restricción fiscal que actualmente tiene el país. “Hay pocos recursos, pero la idea es ir moviendo cada vez más hacia donde realmente se necesitan y la zona fronteriza, claramente, es la más necesitada de todo el país”.
Este jueves, el funcionario estuvo junto a sus homólogos de la Presidencia y Medio Ambiente, Joel Santos y Miguel Ceara Hatton, conversando con políticos y munícipes en torno al Plan de Desarrollo de Manzanillo, la principal propuesta del Gobierno para dinamizar la economía de la región Noroeste.
La infraestructura clave de este proyecto gira en torno al mejoramiento del Puerto de Manzanillo, una obra necesitada para instalar una logística que mejore los intercambios comerciales del banano–hasta ahora, el único rubro que se comercializa en esta zona– y otros rubros potenciales.
El remozamiento del puerto captaría más de US$2,000 millones en inversiones privadas entre el 2022 y el 2026 y dinamizaría la zona fronteriza, en donde se encuentra la provincia más pobre del país y siete de los 10 municipios más vulnerables, de acuerdo al MEPyD.