Ya casi inicia el año escolar 2022-2023. La alimentación escolar, sin quitar valor a los demás programas, juega un rol fundamental en el sistema educativo en las economías que están en vía de desarrollo como la de República Dominicana, debido a que ayuda a millones de familias de escasos recursos y mejora el rendimiento estudiantil.
Así lo entienden los expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, siglas en inglés). Es un “gran desafío”, resaltan, que tiene el país de trazar políticas y eficientizar los proyectos, ya que la brecha alimentaria se ha incrementado de manera considerable en los últimos tres años.
En 2020, alrededor de 59.7 millones de personas padecieron hambre en América Latina y el Caribe (ALC). Entre 2019 y 2020 el impacto de este flagelo incrementó un 2%, lo que significa un aumento de personas que sufrieron hambre en 2019, de acuerdo a Daniela Godoy Gabler, oficial principal de Políticas de Seguridad Alimentaria y Nutrición para la región.
Entre enero y julio 2022, el Programa de Alimentación Escolar (PAE) del Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (Inabie) benefició mensualmente a 1,831,449 personas, de los cuales, 1,376,941 (75.2) pertenecen a Jornadas Extendidas y 454,508 individuos a Tanda Media Escolar, para un 24.8% del total.
A junio 2021, la cantidad de matriculados en el sistema educativo preuniversitario eran de 2,761,118 estudiantes. El sector público, integrado por 2,058,675 alumnos, es decir, un 74.5% corresponde a la mayor ponderación. Le sigue la parte privada con 655,371 sustentantes, equivalente a 23.7% y, la semioficial, compuesta por 47,072 escolares representan el 1.7% del total.
Tomando en cuenta estos datos y centrándose solo en la parte pública, que es donde está orientada la política de alimentación escolar del Estado, en el país hay un déficit alimenticio de 11%, o sea, 227,226 estudiantes de nivel básico y medio no recibieron las raciones de comida mensual.
Ante esta situación, los especialistas plantean un modelo “factible y sustentable” para que los estudiantes del nivel público puedan desarrollarse, protegerse de las enfermedades y adquirir los niveles de coeficiente y competencias necesarias que demanda estos nuevos tiempos: Las escuelas sostenibles.
“Este es un sistema que evalúa todo, desde la siembra y cosecha de los alimentos, distribución, almacenamiento, preparación y reciclaje de los desechos”, indicó la coordinadora regional de alimentación escolar para ALC de la FAO, Najla Veloso. Entiende que la agricultura familiar desarrollada en zonas rurales por pequeños agricultores de escasos recursos es la “única forma de colocar alimentos frescos, naturales y saludables en la alimentación de los estudiantes”.
Impacto
Para Godoy Gabler, las escuelas sostenibles tienen un “gran impacto socioeconómico y circular”. Explica que, según análisis llevados por especialistas de universidades como Harvard, la capacidad de beneficio-retorno asciende a US$180 millones en el capital humano.
El impacto en salud y nutrición está valorado en US$24 millones, mientras que en educación es de US$156 millones. Protección social y desarrollo agrícola cuentan con US$7 millones y US$28 millones, respectivamente. Esto con un presupuesto de inversión cercano a los US$11 millones en cada escuela.
Sin embargo, el Inabie contratará por más de RD$4,514 millones en elaboración y distribución hacia los planteles educativos, raciones alimentarias sólidas, especialmente de pan y galletas, para los períodos 2022-2023 y 2023-2024.
Agricultura familiar
El oficial Regional de Nutrición de la FAO, Israel Río Castillo, detalló que un programa de alimentación basado en escuelas sostenibles es un sistema “cogobierno y multifuncional”. En él, actúa la administración pública, gobernadores, alcaldes, padres y líderes comunitarios. No obstante, el eje vertical está centrado entre los agricultores, productores, estudiantes y autoridades educativas de manera circular; brindándole la oportunidad a los agricultores de tener mejor calidad de vida.
Inclusión económica
“Los trabajadores de la tierra proveerán los productos, mientras, un personal capacitado y con instalaciones adecuadas prepararían los alimentos en el mismo plantel escolar”, indican los expertos. Tanto Najla Veloso como Israel Río Castillo aseguran que este método rompe con la forma tradicional de suplir los alimentos que demandan los estudiantes que, al final “no ha sido tan efectivos” y, elimina “los vicios e intereses” que han perjudicado al sistema educativo dominicano en esta materia.
“Esto es un modelo descentralizado, donde los recursos no van a una sola fábrica o empresa, sino que es dirigido a los pequeños productores y agricultores que le servirá como un escape de la pobreza, donde muchas veces tienen las cosechas pero no el mercado donde colocarlos” explicaron.