“Doctor, pero yo no siento absolutamente nada”
Silenciosos, los riñones trabajan sin descanso en las tareas encomendadas por la naturaleza, entre ellas, separar del torrente sanguíneo los desechos del cuerpo. El precio de prescindir de su función es alto, acarreando serias consecuencias para la salud y la economía.
Cada lunes, miércoles y viernes, Cristino Fernández se presenta en el hospital traumatológico Ney Arias Lora. A veces le duele el pecho y camina con ciertas dificultades, pero no por eso deja de ir puntualmente a las 7:00 de la mañana, transportándose solo y en taxi. “Si tuviera que ir a pie, lo haría”, afirma. Sabe que faltar a una cita médica es jugarse la vida.
Luego de ser atendido, “El pelotero”, como cariñosamente le conocen sus compañeros de tanda, se reclina en un sillón. La enfermera ubica la fístula en su brazo derecho para conectarlo a una máquina que extraerá su sangre para filtrarla de las impurezas que acumula los días que se encuentra fuera del centro médico, en los cuales lleva una dieta e ingesta de líquidos estricta para mantenerse estable. Se trata de su proceso de diálisis, debido a la pérdida de la función renal.
El proceso de ciclado que realiza el aparato sustituye el trabajo que alguna vez hicieron sus dos riñones. Cuando estaban saludables, Cristino contaba con el tiempo, la comodidad y la autonomía de trabajar como cocinero en Bávaro, Punta Cana.
“Yo también tenía negocios, pero tú sabes que esto todo se lo traga… es muy difícil”
Desde ese entonces, en 2009, ya tomaba medicamentos para controlar la presión arterial. Sin embargo, desconocía que la hipertensión es una de las principales causas detrás de otro padecimiento. Uno silencioso, costoso y que puede afectar a cuatro personas por cada 10,000 habitantes en República Dominicana: la enfermedad renal crónica (ERC).
Diálisis: Una vía para alargar la vida
“Doctor, pero yo no siento absolutamente nada”, explica un paciente en consulta con el médico nefrólogo Alfredo Polanco, mientras este revisa sus analíticas. El galeno sabe que tiene al frente a una persona hipertensa, de 40 años, que fue referida por un cardiólogo luego de detectar altos niveles de creatinina, un producto de desecho generado por los órganos del cuerpo que se excreta por la orina. Su concentración en la sangre indica qué tan bien realizan los riñones su trabajo.
En una persona saludable, los valores normales de creatinina se ubican entre 0.6 a 1.2 mg/dl (miligramos por decilitro). “Ah, pues no está tan alta si apenas tengo 2”, replica el paciente. Polanco ya sabe lo que eso significa: aunque a simple vista es una cantidad pequeña, en la realidad esas ocho décimas de más confirman, en resultados posteriores, que sus riñones están ciclando menos de 29 mililitros de sangre por minuto.
Además de secretar hormonas indispensables para la actividad corporal, los riñones filtran una media de 125 mililitros de sangre por minuto en los hombres y 105 en las mujeres. La enfermedad renal crónica merma progresivamente esta capacidad, sin presentar ningún síntoma visible.
“Mientras el paciente está entre la etapa 1 y la 4 (de la ERC), el nefrólogo trata de manejar las situaciones que conllevan a la insuficiencia renal (…) enlenteciendo, retrasando y, en algunos casos, evitando que el paciente llegue a diálisis”, describe Polanco. Sin embargo, la detección tardía por la evolución silenciosa de la enfermedad hace que el nefrólogo intervenga, en la mayoría de los casos, para tratarla y no para prevenirla.
El número de pacientes que reciben diálisis en República Dominicana va en aumento. El primer Registro Nacional de Diálisis, realizado por la Sociedad Dominicana de Nefrología bajo orden ministerial No. 00011-20, reportó que había 4,265 personas recibiendo diálisis a nivel nacional para el año 2020. En 2021, ingresaron a los centros de salud 1,372 pacientes a este servicio y 502 personas se sumaron al tratamiento en los primeros cinco meses del 2022.
6,139
En términos acumulativos, desde 2020 hasta mayo del 2022, 6,139 dominicanos reportaron recibir terapia sustitutiva renal
Este incremento ha hecho que la cifra nacional se sitúe en 6,139 personas que han requerido este servicio en los últimos dos años y medio. Todos los que llegan a este punto se encuentran en la etapa cinco de este padecimiento, que es cuando la función renal “es prácticamente nula y ya se necesita tratamiento sustitutivo renal, que es la hemodiálisis, diálisis peritoneal o trasplante renal”.
¿Cómo explicarle ahora a ese paciente que le queda menos del 40% de su función renal y deberá prepararse para recibir una de estas terapias? Hablar sobre diálisis conlleva que los médicos enfrenten las caras de sorpresa, desagrado y resignación de quienes solo conocen esta palabra como una “sentencia de muerte” cuando, en realidad, la diálisis preserva la vida de los pacientes. Además, les permite colocarse en lista de espera y preparar los estudios y recursos necesarios en caso de someterse a un trasplante.
Hemodiálisis: tratamiento recurrente y costoso
En el Ney Arias, Cristino comenta a elDinero que uno de los estudios previos a la preparación para su trasplante renal costaba RD$20,000 y que ahí tuvo que “pararse un poco”. “Cuando quise retomar, ya los estudios que me había hecho estaban vencidos y había que volver a comenzar”, agrega.
La falta de recursos económicos para completar el proceso hace que El Pelotero, a nueve años de enterarse de su enfermedad, todavía deba acudir a un centro médico para acceder al uso del riñón artificial–nombre que también reciben las unidades de hemodiálisis–.
RD$ 54,000
Es el costo promedio mensual que un paciente sin seguro médico debe tener como mínimo para dializarse mediante un riñón artificial
“Yo no he tenido esa suerte. ¿Cómo le explico? Siempre lo he intentado, pero me he quedado a mitad de camino. No he podido pisar el home, como dicen”, expresó.
Si su seguro público subsidiado excluyera la cobertura de la máquina, tuviera que andar con unos RD$4,500 a RD$5,000 en los bolsillos cada vez que la usara, lo que adicionaría entre RD$54,000 y RD$60,000 a sus gastos fijos mensuales.
Por el lado de la hemodiálisis esto es un alivio, pero no lo es para la cantidad de medicamentos que consume, que supera por mucho los RD$8,000 de los que disponen las aseguradoras de riesgos de salud (ARS) para todo un año. Esta comorbilidad ha marcado doblemente a Cristino: Sus antecedentes de presión arterial alta lo llevaron a descubrir que padece de riñones poliquísticos, una condición hereditaria que tiende a reducir la función renal. Esto ha llevado a prediálisis, diálisis y trasplante a varios de sus hermanos y comienza a generar estragos en la salud de su hija, de solo 29 años de edad.
Pese a todo eso, el señor, de 54 años, logra reunir entre ellos, sus amigos y primos en Estados Unidos de RD$20,000 a RD$25,000 para comprar las pastillas que necesita. Estos montos, que de por sí son altos, “no son tantos” porque tiene otras complicaciones de salud.
“Tú sabes que uno consume mucho: vestimenta, transporte, muchas cosas que no se ven, que las ve uno y tiene que explicárselo al amigo, decirle ‘mira, regálame un pantalón o una camisa’, porque uno quiere venir como la gente a la diálisis”, dice Cristino, quien no puede evitar que un gesto de vergüenza le embargue el rostro.
El proceso de hemodiálisis tarda unas cuatro horas y debe realizarse, mínimo, tres veces por semana. Aunque el tiempo que demora la terapia y la dependencia del centro médico limita a los pacientes, este es el tipo de terapia sustitutiva renal más común en República Dominicana, en consonancia con la tendencia mundial. El 76.78% de quienes reciben diálisis en la actualidad utiliza un riñón artificial, unas 3,350 personas.
Una tendencia global
La organización World Kidney Day destaca que, al 2020, 850 millones de personas padecen de enfermedad renal crónica en todo el mundo, alrededor de un 10% de la población. Los costos de diálisis y trasplante consumen del 2 al 3% anual del presupuesto en los países de altos ingresos, gastado en menos del 0.03% de su población total. En las naciones con bajos y medianos ingresos, la mayoría de las personas con falla renal tiene acceso insuficiente a diálisis o trasplante renal.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que este padecimiento ocupa el décimo primer lugar como causa de muerte en el mundo, con un estimado de 2.3 a 7.1 millones de decesos prematuras por falta de acceso a servicios de salud. Pacientes hipertensos, diabéticos y con glorumeropatías desarrollan esta comorbilidad.