El subsidio al sector eléctrico dominicano se mantiene como la peor carga financiera del Estado dominicano. Es el Talón de Aquiles de todas las administraciones, principalmente luego de la capitalización de 1999. Aunque parezca imposible de creer, este año esta partida se tragará el 9.3% de los ingresos.
En términos reales, a finales de año se destinarán RD$87,462 millones para sostener la ineficiencia de las empresas distribuidoras de electricidad (EDE). Cuando se habla del déficit en el sector eléctrico es obligatorio hablar de la histórica gestión de ineficiencia que ha caracterizado a las distribuidoras de electricidad.
No parece haber ninguna fórmula que acabe con las pérdidas. El gasto ejecutado para subsidiar a las distribuidoras en enero-octubre de este año, porque realmente es a las distribuidoras que se está subsidiando, suma RD$63,874 millones, superior (+60%) a los RD$48,000 millones ejecutado en igual período de 2021.
Como se ve, es una partida que aumenta con los años y, al parecer, no encontrará un límite. Y lo peor está por venir. Si se toma en cuenta la proyección de subsidio plasmada en el Presupuesto de 2023, entonces hay un indicativo claro: todo seguirá igual o peor. Hay un monto presupuestado de RD$70,000 millones para entregarlo a las distribuidoras.
¿Po qué es preciso decir que el subsidio es a estas empresas? Porque la tarifa, al parecer, no está recibiendo el subsidio o congelamiento que prometieron las autoridades.
Las quejas por sobrefacturación de los clientes llueven cada día ante las distribuidoras. Además, todo indica que las EDE han paralizado prácticamente todos los proyectos de inversión y compra de equipos para mejorar su desempeño.
De hecho, las estadísticas de la Dirección General de Presupuesto (Digepres) establecen que, lejos de mejorar, todo ha venido empeorando. Un ejemplo de ello es que el año pasado el subsidio al sector eléctrico aumentó en un 64%, al pasar de RD$33,295 millones en 2020 a RD$54,603 millones, otra demostración que comprueba que lo único que se ha hecho es premiar la ineficiencia de las distribuidoras.
Lo prudente y conveniente es buscar la manera de lograr que las distribuidoras sean eficientes, que haya subsidio para que quienes realmente lo necesiten y exigir a quienes la administran que sean responsables con su misión de gestionar con eficiencia una empresa. Si otras empresas del sector pueden ser rentables, habría que preguntarse por qué las EDE no.