La peste negra arruinó Europa desde el 1346 hasta el 1353. Se originó en China o Kirguistan (países vecinos). De allí se propagó al África, Grecia, Italia, España, Inglaterra y la Europa Central. Las muertes estimadas fueron 25 millones en la cristiandad, un dato no fiable, pero la peste se sació en los núcleos urbanos y en las comunidades donde hombres y mujeres vivieran en común.
Una descripción, en el prólogo del Decamerón de Geovanny Bocaccio, dice: “Para otra clase de gentes, la mejor y más segura medicina contra la peste era beber en abundancia, buscar toda clase de goces, cantar y danzar, solazarse y dar satisfacción al apetito en todo lo que pidiera. La primera ley de estas personas era burlarse grotescamente de cuanto sucedía en derredor; y, tal como lo pensaban, lo ponían por obra-cada uno según sus posibilidades- pasando día y noche en orgias y bailes o bebiendo en las tabernas sin modo ni medida”. Igual que aquí.
Pero eso no es importante. Estando en Alemania, en la COP 23, participé en reuniones de los grupos disidentes, donde se trataban temas científicos fuera de la agenda oficial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Se discutía sobre el dilema de las grandes naciones para ocultar su solución real a la reducción de emisiones de CO2 y evitar el aumento de la temperatura en 1.5 grados sobre el nivel actual. Básicamente, reducir la población mundial hasta quedar en un 60% del total actual; cantidad adecuada para mantener el statu quo, según las mediciones en base a consumo/producción.
En mis investigaciones individuales, encontré que el covid-19 correspondía a uno con ganancia de función. Es decir, el virus puede ser alterado para ser más letal, sobre todo si es un “agente selecto”. Trataré de explicarme: ganancia de función, según define el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), “es un tipo de investigación que intenta alterar las características funcionales de un virus”. Ejemplos de investigación de ganancia de función incluyen investigaciones que intentan generar mutaciones en un virus que podrían hacer que este tenga mayor transmisibilidad, infecte a una amplia variedad de hospedadores, aumente la gravedad de la enfermedad o sea más resistente a los medicamentos, los tratamientos o las vacunas existentes.
Con relación a los agentes selectos, que son seleccionados de un listado conformado por 15 agentes y toxinas para las investigaciones de uso dual o doble uso (DURC, siglas en ingles), el primero es el virus de la influenza aviar altamente patógeno, virus de la influenza del 1918 reconstruido, virus de la viruela, ébola, ántrax y otros.
Para que tengan una idea de algunas cualidades que se están señalando sobre la no detención de algunas de las nuevas cepas o variantes del virus que se mencionaron en las últimas semanas en los medios noticiosos acreditados, y su coincidencia con la categoría de experimentos que entran dentro de las investigaciones de uso doble o dual, que según los propósitos expresados es el de contribuir con la salud y el bienestar de los humanos, presento su alcance, acorde con las informaciones que los CDC muestran en su site y que son las que: 1. Mejoran las consecuencias dañinas del agente o la toxina; 2. Interrumpen la inmunidad o la efectividad de una vacuna contra el agente o la toxina sin motivos clínicos o agrícolas; 3. otorgan al agente o la toxina resistencia a las intervenciones de tratamiento o prevención útiles en los entornos clínicos o agrícolas contra ese agente o toxina, o hace posible la capacidad de evadir métodos de detección; 4. aumentan la estabilidad, la transmisibilidad o la capacidad de diseminar el agente o la toxina; 5. alteran al organismo hospedador o tropismo del agente o la toxina; 6. mejoran la susceptibilidad de un hospedador ante el agente o la toxina, y 7. generan o reconstituyen un agente erradicado o extinto o una de las 15 toxinas o agentes de DURC.
Aparentemente estas investigaciones son para beneficio de la humanidad, pero es extraño que las informaciones apuntan hacia esa cualidad de indetectable, de síntomas invisibles hasta que se presenta un desenlace mortal.
El término doble uso, implica que los científicos que trabajan en estas experimentaciones usarán los siete tipos de alcance de sus resultados para revertirlos a favor de la humanidad, es decir, en base al logro de la no detención, hacerlo más fácilmente detectable y así con todos los demás.
Esos ensayos se deben realizar en BSL 4, o Laboratorio de Bioseguridad nivel 4, que es de contención de máxima seguridad. Allí se experimenta y se trata con los demonios, los patógenos más virulentos y letales. Solo si se violan los criterios de diseño y procedimientos, o si existe un propósito/solución final, se puede producir una fuga o una liberación.
En 2014 un instituto científico focalizado en enfermedades de población aviar y porcina, localizado en una localidad dentro del condado de Surrey, UK (con menos de 1,000 habitantes y constituida por bases y campos de entrenamiento militar, a unas 35 millas de Londres) trabajó con agentes selectos e investigación en ganancia de función, para desarrollar una vacuna para aves de corral, específicamente contra la gripe aviar y el virus de la Bronquitis Infecciosa (IBV).
Leyendo la descripción de las experimentaciones detalladas en la patente ()()()30()001, que detallaba los agentes selectos utilizados, procedimientos, resultados y conclusiones, financiada por uno de los magnates de la informática, publicada y aprobada en el 2018, -14 meses antes de la simulación de gabinete de octubre del 2019, con la John Hopkins University, que por coincidencias ya tenía elaborada una aplicación para presentar casos de infectados y muertes por este virus en todas las regiones del planeta-, encontré que se habían utilizado cepas Alfa, Beta y Gamma del virus coronavirus, (cepas responsables de causar hepatitis, enfermedades gastrointestinales y bronquitis infecciosa) para desarrollar esa vacuna. La cepa delta no fue considerada ni utilizada, pues supuestamente solo se replicaba en animales y era incompatible con humanos. (A quien le interese profundizar más, pueden leer mis artículos “Demasiadas Coincidencias” y “El Octavo puente”).
Ellos determinaron que un 33% de los especímenes sometidos a esas combinaciones de cepas, serían asintomático y que la aplicación de la vacuna debía considerar la edad, la obesidad y las patologías preexistentes. Observé que se había hecho una defensa de esa investigación, realizada por el mismo instituto de experimentación (el mismo de la patente), fundamentada en que solo habían experimentado con aves y en ningún momento con humanos.
A mitad del texto de la patente señalan: esta vacuna aviar puede ser utilizada en los humanos, el médico debe administrar la dosis, según los criterios definidos: edad, obesidad y enfermedades preexistentes.
¿Por qué incluyeron eso, si es una vacuna para aves de corral? o ¿acaso experimentaron con humanos?
Los efectos que pueden generarse ya no tienen importancia, lo deprimente y preocupante es la afirmación de la Organización Mundial de la Salud (OMS): los humanos tendremos que acostumbrarnos a ver nuestros amigos y familiares morir por esta enfermedad, con cierta regularidad.
Los elementos o palabras claves para entender lo que sucede son: agentes selectos, ganancia de función, variantes experimentadas, edad, obesidad, grupo sanguíneo, morbilidad preexistente, reducción de emisiones, calentamiento global, capacidad de carga y posible pogromo.
Al igual que en el Medioevo y el año 1918 la historia y sus pandemias se repiten, con una ligera diferencia: probablemente este escenario es propiciado por un grupo de personas que quieren un planeta cuya capacidad de carga nunca llegue a su límite. Lamentablemente tienen razón, cuentan con los medios, la necesidad perentoria y el poder, para materializar ese propósito.